30 años hace ya del debut de Leusemia, la banda que dio origen a uno de los periodos más importantes de nuestro rock. 30 años después sólo uno de sus fundadores, Daniel F, ha celebrado la ocasión en un concierto con bandas invitadas. Una crónica de Wili Jiménez Torres, original para LaMula.pe
Punk a la peruviana

En la Lima de fines de los 70 eran pocos los privilegiados que conocían bandas extranjeras anglos de punk, generalmente porque tenían contacto con gente que viajaba o recibían discos importados con la novedad.  Descartando a los Saicos -que no fueron punks sino el grupo de rocanrol más interesante de su tiempo- fue Anarquía la primera banda en el país que usó la palabra punk como una etiqueta, hacia 1978. Como ha admitido su fundador, Martín “Mefistófeles” Berninzon, lo suyo era tocar temas de Ramones y Sex Pistols. Eduardo Freire, que fue guitarrista de la banda, recuerda que tocaban en antros de Lima, repletos de público, con otras bandas. La gente los miraba raro pues interpretaban temas que no eran conocidos en ese entonces. 

anarquía, la primera banda peruana de "pank rock".

En 1980, Daniel F escuchó en vivo a Anarquía en el programa de radio del Disc Jockey Guillermo Llerena “Musicalíssimo”. Según declaró a Carlos Torres para el libro “Se acabó el show” (Mutante, 2012) estuvo a punto de ser el vocalista de Anarquía. En una tocada, le propuso a la banda hacer una versión de “Anarchy in the UK” de Pistols. El F me contó que sólo tenía planeado gritar: “Aiiiiama, anticraista.... Aiiiiamaaa Anakaista”. Ese año Daniel F decide tocar la guitarra, para componer seriamente y dar curso, en el 82, a una banda que tardaría aún un año más en debutar. Le anticiparon en 1982 -en un concierto del colectivo poético Kloaka- los rocanroleros de Kola Rock, con el inolvidable Kilowatt al frente, y Durazno Sangrando, la banda de Rodrigo Quijano. “Éramos rockeros del tipo vieja escuela/rock argentino-Spinetta, fans de Pistols y de la chicha. Hicimos una fusión súper rara” me ha dicho Quijano.

el rock subterráneo

En Perú, desde 1957 se editaron discos de músicos peruanos y extranjeros que practicaron rock. Para ser exactos, rocanrol, forma primigenia de rock. Desde los años 60 del siglo pasado ha existido rock subterráneo (sin comillas) en nuestro país: conjuntos como Los Ángeles, Los Alfiles o Los Delfines, que no dejaron registro de existencia. 


los delfines no grabaron discos (cortesía de heduardo rodríguez)

En el notable periodo de mitad de los 60 a mitad de los 70 circulaban en el medio bandas como Los Lovos -influenciada por The Electric Prunes y 13th Floor Elevators-, los pesados Espina -de Carlos “Oso” Torres y Carlos “Oso” Barreda- o Los Satanics, de Abancay.  De ninguna se sabe cómo sonaba pues no dejaron nada registrado.

En adelante, y hasta la segunda mitad de los 80 las bandas locales no solo estuvieron por debajo del radar de los medios, sino que, como sus antecesoras, tampoco registraron su material. Raíces (experimentos con folklore andino) o Crisis (rock progresivo de un Eduardo Freire pre- Miki González) u otras bandas reunidas en 1983 en la Asociación de Músicos Integrados-AMUSI, organización fundamental para la formación de una (nueva) camada de cantautores limeños en castellano, a la que pertenece Daniel F. 

los satanics, modelo abancay 1967 (cortesía frank pereda yonel)


kotosh, una de las bandas más interesantes de amusi (cortesía de hans "lauris" rodriguez)

el Perú en 1983

La derecha gobernaba el país con Fernando Belaunde Terry, de Acción Popular. La alianza de su agrupación con el Partido Popular Cristiano no evitó que su gobierno entrara en un desgaste del que ya no se iba a recuperar. Formalmente, un partido de derecha no iba a tener más la presidencia del Perú hasta nuestros días, aunque sí el poder. El electorado iba por otro lado. En noviembre de ese año Lima eligió a su primer alcalde marxista, Alfonso Barrantes Lingán, líder de la Izquierda Unida. Por su parte, el APRA se renovaba con el joven diputado Alan García Pérez, quien asumía la secretaría general. Sendero Luminoso engrosaba sus filas. Se incubaba el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, que aparecería un año después.   

leo scoria

El país entraba a una etapa jodida. Las condiciones de existencia para una banda eran complicadas: escasos los lugares para tocar, sin equipos profesionales de sonido, nula difusión en medios y similar interés de las discográficas por el rock. Nada hacía presagiar que ese año se iniciaría un cambio en la escena musical ciudadana. El cambio que Leusemia inició.

Lima en 1983

Leusemia, con su desconcertante “s”, era un trío formado por dos hermanos y un chico que se acercó a ellos por curiosidad. Los hermanos eran de un barrio popular, la Unidad Vecinal Nº 3, Daniel “el F” (guitarra y voz) y Guillermo “Kimba (Vilis)” Valdivia Fernández (batería y voz). El curioso -en todo sentido- era Leopoldo “Leo Scoria” La Rosa (bajo y voz), hijo del director de la Orquesta Sinfónica Nacional, quien hasta ese momento nunca había cogido el instrumento con el que pasó a la historia. 

kimba vilis, batería de leusemia (cortesía leo scoria)

Tras algunos ensayos, un amigo con la cara necesaria para fungir de representante, Juan Enrique Krateil gestionó una presentación en uno de los antros del centro de Lima que les daba cabida a bandas de rock. Krateil dirigió en 1980 la revista de rock "Saund", en la que Daniel F debutaría como redactor.

Los conciertos en esos antros no eran como los conciertos que ahora conocemos, sino fiestas. La gente iba a bailar, beber y socializar. Poco interesaba las bandas que subieran al escenario. Éstas se limitaban a saludar y a tocar a todo trapo para complacer al respetable, que, por la poca calidad del equipo de sonido, difícilmente entendía lo que se cantaba. 

up lapsus, su puesta en escena se vio en un especial de tv.

Las bandas de la nueva década, luego del difícil final de los 70, eran, en buena cuenta, bandas subterráneas. Conocidas por un público tan fiel como escaso, desconocidas por los medios que no sabían nada de lo que se hacía en el país y propalaban rock mainstream en inglés. Un buen sector de esa escena de rock subterráneo (sin comillas) apelaba a versionar el rock anglo: era su manera de subsistir. Sin embargo, hubo bandas que tocaban su material propio, sobre todo en castellano. Tuvieron una existencia más azarosa y casi no dejaron testimonios sonoros.

Registra la historia que una noche de húmedo invierno limeño, un trío de desaliñados muchachos subió al escenario de un antro del centro de la ciudad llamado La Caverna. Era el domingo 14 de agosto de 1983. Los asistentes se retiraban luego de la presentación de Up Lapsus, la banda estelar de la noche, cuando de repente -era una época en que las bandas se limitaban solo a tocar- la voz del cantante pronunció por primera vez el nombre de la banda: LEUSEMIA. Desde ese segundo, nada sería igual en el rock nacional. Era el nacimiento de una movida (para otros, un movimiento) de un (nuevo) rock subterráneo.

Quienes no estaban muy borrachos esa noche, o los más acuciosos, deben haber notado desde la primera canción -En una invernal noche de surf- que la banda era distinta a lo que se conocía; era una banda que no buscaba complacer, su música era un sucio rocanrol tocado con desparpajo, sus letras eran marcianas, y, lo más importante, en castellano. Su acto de presencia en el escenario era una declaración de principios: ¡Existimos!

amusi, la "escuelita"

AMUSI fue resultado de las experiencias de dos amigos, Jorge “Coco” Maldonado que venía de integrar M.A.C. (Música, Arte & Cultura), grupo cultural que organizó conciertos en 1978 y 1979, y Benjamín Córdova, quien regresaba de Chile, donde en 1982 había participado, en una experiencia similar a lo que sería la asociación peruana. A la sazón, Córdova asumió la presidencia, recayendo la vice-presidencia en Lino Duda, bajo y voz de Kotosh, una banda que fusionaba hard rock y folklore andino.

volante de amusi (colección wili jiménez torres)

La labor de AMUSI durante la primavera de 1983, fue vital para el renacimiento de una escena local. Sus creadores tenían una filosofía, forjada desde la década anterior: cantar en castellano, composiciones propias. Ahora ello podrá sonar lejano, pero por entonces el “rock nacional” que más se conocía era en inglés, la mayoría de bandas que se popularizaban o cantaban su repertorio en inglés o hacían versiones de bandas anglo, tratando de reproducirlas fielmente. “Pensaban en inglés” nos dice el F.   

AMUSI reunió a bandas interesantes de inicios de los 80, todas con sus propias composiciones en castellano. Ello trajo un público ávido de conocer bandas locales que podían entender y, mejor aún, con las que se podían identificar: las canciones, incluso las de "corte social", les hablaban de las experiencias que cualquier muchacho vivía en esa época. En la escena, además de Kotosh, destacaban grupos como Abiosis y Soljani, entre la fusión de canción, folklore y rock. A ellas se sumarían los más jóvenes, los metaleros Óxido y Leusemia.

oirán nuestra voz

Daniel F considera que la experiencia AMUSI fue importante en el inicio de Leusemia. Según nos ha confesado, uno de sus himnos, “Oirán tu voz”, “fue una canción construida especialmente por y para ese encuentro [el segundo concierto organizado por AMUSI], la estrenamos en uno de sus conciertos”.    

Nunca olvidaré la tarde que vagabundeando por el centro de Lima con Ricardo Paredes -con quien después hicimos una banda- vimos un afiche que invitaba a un concierto en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Decidimos ir. Era el 22 de octubre de 1983. Kotosh llamó nuestra atención, pero con Leusemia quedamos impactados, de arranque por sus pintas: Daniel F parecía venido directamente de un taller mecánico, Kimba, de un partido de fútbol y Leo, vestía como un punk inglés.

volante del primer concierto de amusi (colección wili jiménez torres)

Daniel cogió el micro: “Dicen que lo que tocamos es basura, esa basura es nuestra y no basura importada”, y se largaron a tocar el rocanrol más desmadrado que haya saboreado antes. Sin dejarnos tomar aliento siguieron con otro rocanrol que no duró más de un minuto. ¡Mierda! me dije, ¡qué locos son éstos! Daniel volvió a coger el micro: “Ahora una canción de amor”. ¡Mierda! volví a decirme, ¿qué canción de amor se van a tocar estos tronados? “Es una canción de amor a una niña de diez años”, se escuchó la voz de nuevo, rotunda, antes de empezar con “Patricia, la del boulevard”. Se convirtió en mi primera canción favorita de Leusemia.

Cuando bajaron del escenario, yo sentí que algo mágico había ocurrido. Y no era el único. Como si se tratase del guión de una película, en ese mismo momento nos acercamos a saludarlos, en ese mismo momento nos conocimos entre todos. Varios de los que estábamos ahí hicimos las primeras bandas de “rock subterráneo”. Sí, fue un big bang.

volante del segundo concierto de amusi (colección wili jiménez torres)

Leusemia tocó por segunda vez en un concierto el 26 de noviembre de 1983. El resultado en general fue mejor, un equipo de sonido aceptable, y buenas y variadas bandas. Yo ya me encontraba metido de cabeza en AMUSI; preparé un manifiesto y fui el presentador esa noche. Fui testigo del nacimiento de un nuevo público, uno de sabor local. Nacía el “Rock Subterráneo”, con comillas para diferenciarlo del otro rock subterráneo, ya existente. Mejor: se trataba de "La Movida del Rock Subterráneo”. En términos de trascendencia, bien se puede equiparar a la “Movida Madrileña”.

Leusemia pondría las bases de esa movida, movida básicamente influenciada por la filosofía DIY (“Do it yourself”) del punk. La banda fue un poderoso imán para quienes realmente no se alineaban con el status quo rockero de ese entonces, clamando por la libre creación así ésta no sea perfecta, armoniosa, aceptada. Sin duda, el trío sintonizaba -sin distinción racial, ni social- con cualquier chico inconforme que deseaba expresarse y optaba por el rock para hacerlo; Leusemia echó a andar esas primeras noches algo incontenible, instauró una tradición que aún perdura.

leusemia, 30 años después

La noche del último sábado, nuevamente en un escenario parado al lado de una banda llamada Leusemia que estaba a punto de tocar, las imágenes se agolpaban en mi mente: el recuerdo de los ausentes, Kimba y Leo, quienes optaron por no declarar para este artículo pero colaboraron a su manera; el recuerdo de tantos conciertos vividos en riesgo -un pogo descomunal en el terral de una Universidad, con unos pocos arbolitos agitados a todo ritmo y una banda granputeante haciendo tambalear el precario escenario-; la "polémica" sobre si Leusemia era o no era punk, respondida en su momento por el F: “Llevaríamos esa etiquetita de punks… corriente con la cual no teníamos mucho que ver, pero que tampoco nos molestaba…”   

daniel f dirigiendo la orquesta en su concierto de celebración el sábado 2 de noviembre
(ana cabrera, original para lamula.pe)


Cuando empieza el set, ahora, los asistentes no dirían que Leusemia es una banda punk. Es una orquesta con Daniel F como director. Son otros tiempos. En la multitud, hay quienes se enternecen con las trovas, quienes se sorprenden con que se manden una chicha, quienes poguean los rocanroles de siempre. A ellos los envidio. Mi última visión es la de un adolescente pálido y desnutrido -yo mismo- quedándose ronco de cantarle a esa Patricia, la del Boulevard, y pogueando incansable mientras sobre el escenario toca un trío eterno, el primer Leusemia.

kimba vilis y leo scoria, los ausentes (cortesía leo scoria)