La discriminación en vitrina
El caso de los artesanos andinos en la tienda Sol Alpaca de Larcomar contada por el reconocido fotógrafo Roberto Huarcaya.
¿Qué harías si te trasladan de tu centro de labores a una tienda en otra ciudad y te ponen en el suelo entre vitrinas? ¿No estarías sintiendo que estás siendo tratado como objeto de exhibición en un museo? Diversos activistas contra el racismo se han manifestado por el caso de los artesanos andinos que se encuentran en la tienda Sol Alpaca de Larcomar.
Sobre este caso, ya se pronunció el abogado especialista en temas de racismo, Wilfredo Ardito. Ante ello, la empresa afirmó que los artesanos no se sienten humillados sino que están "orgullosos" de ser parte de un intercambio intercultural. Además, señaló que esta actividad es fuente de ingresos económicos para las comunidades, en especial, de Cusco.
Ahora, se manifiesta el reconocido fotógrafo, Roberto Huarcaya, director del Centro de la Imagen. A través de un texto que envió a nuestra redacción, nos muestra su "indignación" y "vergüenza" por esta práctica discriminatoria. A continuación, compartimos su opinión:
Entre la indignación y la vergüenza
(Escena: dos mujeres andinas tejiendo en el suelo de la vitrina de una reconocida tienda, Sol Alpaca en Larcomar).

El 6 de mayo de 1889 se celebró en París el centenario de la Revolución Francesa con una gran Exposición Universal. En el marco de la celebración de igualdad, fraternidad y libertad, se exhibieron once indígenas Onas enjaulados tras rejas. Era el inicio de lo que después se conocería como el Zoohumano.
Hoy en Lima en una conocida tienda de artículos de alpaca, Sol Alpaca en el Centro Comercial Larcomar, parece repetirse la historia. Por supuesto que hay una serie de variables que han cambiado en estos 124 años que nos separan de ese terrible acontecimiento, pero el concepto de exhibición exótica para el público extranjero es indignante y terriblemente parecido.
Han cambiado las rejas por la vitrina, el espacio ferial por el espacio comercial, el salvaje (según la publicidad de época), por el artesano andino, pero siempre, por supuesto, el Otro. La mentalidad que subyace a tan perversa puesta en escena es igualmente violenta, colonialista, clasista, racista y ahora además aparentemente inocentemente paternalista?

foto: roberto huarcaya
Frente a nuestro indignado reclamo a la gerencia de la tienda, ésta justificó la actividad de las tejedoras como de beneficio propio: “pero si las estamos ayudando”. Por supuesto, la tienda Sol Alpaca en Larcomar usa esta vergonzosa acción como propaganda de certificación de origen de sus productos frente al público extranjero, poniendo en un reducido espacio del piso, cerca a la vitrina, a estas señoras o señores descontextualizando cualquier actividad que ellos pudiera hacer en sus respectivas comunidades.
El piso de una vitrina en una tienda comercial no es el mismo piso de una comunidad campesina, allí hay un peligroso desplazamiento de sentido que cambia toda la lectura de la misma actividad.
Allá en sus comunidades de origen trabajan en un contexto cultural determinado, perfectamente convalidado, sin embargo esa misma actividad totalmente descontextualizada trae consigo las lecturas implícitas de la cultura en donde es insertada violentamente.
Una vitrina, en un gran centro comercial, las convierte en un objeto comercial, en objetos de exhibición, en objetos de consumo (de su producción, pero a ellas también y por eso las fotografían) y por supuesto de curiosidad exótica. El piso de una ciudad, de una tienda comercial, no es el piso del campo, este piso está cargado de otras connotaciones, es entre otros, el espacio del despojado, del mendigo, de ese que pide limosna, limosnas que por cierto le dejan los turistas después de fotografiarlos promovido por la misma empresa, como vemos en la foto.

foto: roberto huarcaya
¿Alguien les habrá preguntado si desean ser fotografiados? aunque probablemente eso esté en el contrato de trabajo con la comunidad en particular. ¿Por qué no fotografían a nadie más en la tienda, a las vendedoras, a la administradora? Porque sencillamente hay una clarísima jerarquía de poder, en donde Sol Alpaca en vez de verlas como socias y ponerlas como pares las utiliza por su exotismo como objetos de marketing frente a determinadas culturas. ¿Por qué las tejedoras no fotografían a los turistas que entran a la tienda atraídas por ellas? Por una sencilla razón, no tienen el poder para hacerlo en tan desigual relación.
Esta situación se encuentra en un territorio ambiguo, entre un acto 'performático', una puesta en escena teatral, una sesión de fotografía una actividad artesanal y una estrategia de marketing, es desde este desplazamiento que se tiene que re significar. Pero ¿podemos nosotros aceptar tanto maltrato, tanto racismo, tantas buenas intenciones juntas en una puesta en escena tan desafortunada?
Finalmente la encargada de la tienda me dijo justificando la acción: “pero si a los turistas les encanta hacerles fotos” . Creo que esta frase en su aparente inocencia contiene toda la violencia de subordinar y subordinarse frente a unos u otros, demuestra la incapacidad de toda una parte de nuestra sociedad de reconocer al otro como igual y respetarlo, hasta que eso no suceda este tipo de situaciones se seguirán repitiendo lamentablemente.
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Periodista con especialización en Gobierno y Políticas de Salud (PUCP), miembro de la Red Labora y especializado en temas de cannabis.
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