Una investigación dirigida por la psicóloga y matemática Elizabeth Loftus, de la Universidad de California, publicada en el último número de “Proceedings of the National Academy of Sciences”  (PNAS) revela datos sobre las “falsas memorias”. Una distorsión de los recuerdos que ha hecho, por ejemplo, que muchos testigos oculares de un delito declaren cosas que en realidad nunca ocurrieron, con las implicancias legales que esa distorsión no intencionada tiene. 

Para entender mejor la memoria superior y esas curiosas distorsiones, Loftus y su equipo compararon la susceptibilidad para crear falsos recuerdos de 28 personas con recuerdos típicos, con los de 20 personas identificadas como excepcionalmente dotadas por su capacidad para recordar con precisión incluso los detalles más triviales de su pasado lejano.

Los resultados demuestran que tampoco las personas con una memoria autobiográfica muy superior a la media están libres de estas distorsiones. Sus hallazgos sugieren que los mecanismos reconstructivos de la memoria que dan lugar a este tipo de distorsiones son básicos y están ampliamente extendidos en nuestra especie. La cuestión es por qué esta forma de recordar se ha conservado a lo largo de la evolución. ¿Quizá se relaciona con la fantasía y nos hace más creativos?

Experimentos como los mencionados subrayan lo moldeable que es nuestra memoria autobiográfica. De hecho, Loftus, en una serie de experimentos ya clásicos, demostró que las “sugerencias” pueden también causar distorsiones en el recuerdo de un suceso. Pensemos en interrogatorios policiales o técnicas como la hipnosis o rebirthing , acusadas en ocasiones de inducir la formación de recuerdos falsos sobre sucesos que nunca ocurrieron en realidad, como abusos sufridos en la infancia.

Loftus conoce a fondo de este tema. Sus trabajos pioneros han hecho que se haya dejado de considerar la memoria como una reproducción precisa de las experiencias pasadas para verla más bien como un proceso reconstructivo que a veces se desvía de la realidad. Y fue también de las primeras en demostrar que la gente sana e inteligente puede recordar hechos de forma “ligeramente” distinta a lo que realmente ocurrió o que a veces ni siquiera tuvieron lugar, como demuestra un experimento llevado a cabo en 2006 en la Universidad de Maastricht.

Redacción de Paul Moreno para Sophimanía.

Fuente: ABC