Parejas imaginarias: dos lecturas
Una aproximación social y una política sobre la reciente campaña en favor de la Unión Civil "Parejas Imaginarias"
La “mediatización” de este debate a partir de la presencia de personajes públicos colaborará con que la idea sea tal vez no compartida al instante, pero al menos difundida y discutida.
La estrategia del grupo que impulsa la unión civil entre parejas homosexuales ha dado un nuevo paso: la colocación de carteles por toda la ciudad de Lima en la que se pueden ver a conocidos personajes públicos cumpliendo el rol de una pareja homosexual (inspirada en la campaña iniciada por el fotógrafo francés Olivier Ciappa). Por el momento los carteles son protagonizados por personajes masculinos del ámbito de la política, el deporte y el espectáculo, como Kenji Fujimori, Miguel Rebosio o Jorge Benavides. Pero ya se avecinan una nueva oleada de imágenes, esta vez protagonizada por personajes femeninos, siendo la principal aquella que juntará a Magaly Medina con Rosa María Palacios. Ante esta iniciativa, dos lecturas: la social y la política.
La lectura social
El primer análisis está en lo social, en lo que genera estas imágenes en el día. Y obviamente existen posturas encontradas. Aquellos que apoyamos la unión civil de homosexuales, por ser un acto de justicia y de pleno derecho, hemos respondido favorablemente a la colocación de estas imágenes. Un país en el que sólo el 30% de su población está a favor de la unión civil necesita que se le recuerde del contenido de esta campaña: el amor no es un delito, el amor no es un privilegio, el amor es natural y todos debemos, al menos, tener la posibilidad de sentirlo y expresarlo.
Por ello es que resulta ideal que figuras públicas comiencen a expresar su respaldo a esta postura. Sean heterosexuales u homosexuales, la “mediatización” de este debate a partir de la presencia de personajes públicos colaborará con que la idea sea tal vez no compartida al instante, pero al menos difundida y discutida. Y eso ya es un gran avance para un país tan cucufato como el Perú que prefiere enterrar los temas que le incomodan en el cementerio de la vergüenza. Es cierto que ha generado polémica la frase final en la que se aclara que las figuras públicas que posan en estos paneles son “amigos heterosexuales que aceptaron ser una de las parejas imaginarias”, algo que ha llevado a algunos a pensar que en esta estrategia se está aceptando indirectamente que ser homosexual es tener una condición socialmente deplorable. Sostenemos que aquellos que piensan así no están entendiendo la contundencia de este último tagline: existen heterosexuales que apoyan una medida que no los afecta en nada y que no les suma (ni les resta) derechos. Esto servirá para que otros heterosexuales y homosexuales se decidan con más fuerza a apoyar esta medida.
Finalmente, están quienes deploran totalmente estos carteles, condenando que en Lima se cuelguen fotos de parejas homosexuales. Esta es una prueba más de la doble moral que se extiende en esta Ciudad de Reyes. Porque claro, está muy bien colocar fotos de mujeres semidesnudas para las cervezas, pero es pésimo colocar fotos de dos personas del mismo sexo que simplemente han tomado la decisión de amarse. Amigo transeúnte, si a usted le incomoda la foto, así como a mí me incomoda los horribles letreros de la época electoral, entonces voltee y mire a otro lado, peor no reniegue: lo que está viendo es perfectamente normal. Si su pequeña hija le pregunta qué es lo que ve en sus paneles y usted trata de decirle que eso que está en las fotos no es normal o no pasa en la realidad, pues señor padre o madre, entonces usted debe ser el contranatura.
La lectura política
Políticamente hay dos presencias interesantes en esta colección de paneles de Parejas Imaginarias: Pedro Pablo Kuczynski (PPK) y Kenji Fujimori. La presencia del líder de Alianza para el Progreso es entendible: un líder que, a pesar de sus años, trata de estar a la par de las propuestas más jóvenes y revolucionarias, y que además busca colocarse como el candidato liberal por excelencia. Y como en este país no lo entienden algunos amigos empresarios, si uno quiere ser liberal en lo económico y adorar a Friedman o Hayek, también tiene que ser liberal en lo social y defender los derechos humanos, de lo contrario se cae en la famosa “hipocresía ideológica”. Lo mismo va para mis amigos colorados.
Pero si bien la postura de PPK es entendible, la verdadera sorpresa está en la presencia de Kenji Fujimori. Dejando de lado tanta broma y rumor realmente estúpido sobre este Congresista, es verdaderamente aplaudible y refrescante que un líder tan vilipendiado como Fujimori apoye la campaña de la Unión Civil. Especialmente viniendo de las canteras de un partido tan conservador y muchas veces cavernícola como el Fujimorismo, el cual mostró su verdadera cara de piedra con el affaire Martha Chávez y CVR en las últimas semanas.
La real sorpresa recae en la presencia de Fujimori, a pesar que se le vincula a éste con el “ala dura” del Fujimorismo, aquel cercano a Alberto Fujimori y a Cipriani, anti-derechos humanos, anti CVR y anti todo. Justamente este sector es el que está más cercano a la religión y los valores religiosos y, supuestamente, en contra de la unión civil entre parejas homosexuales. Bueno, en realidad esa es la postura de la Iglesia Católica y, oh sorpresa de casi todos los grupos de la política peruana. Salvo el Congresista Carlos Bruce y, oh sorpresa algunos congresistas apristas (en aparentemente su única buena opinión en años), ningún sector político ha salido a defender esta postura. Por ello es que resulta una gratísima sorpresa que el congresista Kenji Fujimori, equivocado casi en todo lo que hace y dice, se haya sumado a esta iniciativa. Resultará interesante ver cuál será la reacción de personajes como Martha Chávez, Juan Luis Cipriani o el mismo Alberto Fujimori, miembros del ala dura fujimorista y que, creemos, no compartirían la iniciativa del buen Kenji.
Esta campaña ha marcado una nueva etapa en la campaña loable por concretar la unión civil entre homosexuales. Algo que debe debatirse seriamente y, Dios quiera (estoy seguro que Dios lo querrá así), se apruebe. Finalmente, si no le gusta la iniciativa, o no le gusta que dos hombres o dos mujeres se besen y abracen en la calle, le digo la clásica frase del buen Melcocha: no lo vea. Pero que todos tenemos los mismos derechos, pues todos los tenemos. No sé ni siquiera por qué lo estoy recalcando, cuando es algo absolutamente natural.