- que la vida nos coja balanceándonos
Kenji Watanabe, protagonista de esta historia, es un burócrata mediocre, de esos que no hacen nada más que sellar papeles y derivar trámites a otras oficinas para no hacer más trabajo del estrictamente necesario, o aún menos. Kenji tiene un hijo, ya mayor, al que no le ha dedicado mucho tiempo durante su niñez y con quien la distancia es insalvable. Kenji no tiene apuros económicos pero su vida es bastante aburrida, Kenji está todo el día rodeado de sus empleados y de gente que hace cola frente a su oficina a la espera de algún trámite o algún pedido urgente para su comunidad; sin embargo Kenji no tiene amigos y se siente bastante solo. Kenji está viejo pero nunca ha cuestionado el sentido de su vida. Kenji Watanabe tiene cáncer de estómago, le quedan sólo seis meses de vida pero él aún no lo sabe.
Kenji se va a enterar pronto de su triste destino, y sólo entonces caerá en la cuenta de que su vida la ha desperdiciado inútilmente.
A partir de entonces, Akira Kurosawa, con mano diestra, nos conducirá por los diversos estadíos en la vida de Watanabe, desde la confusión y estupor inicial, hasta la lenta transformación del protagonista en un hombre nuevo, el hombre que todos deberíamos ser, si supiéramos, que no somos eternos.
La cinta está sabiamente dividida en dos partes, pues, como lo entiende Kurosawa, el hombre tiene una dimensión individual pero tiene también una dimensión social, y es por eso que la transformación que le ocurre al protagonista tiene una incidencia tanto en su fuero interior como en el ámbito social.
Kurosawa nos dice aquí que vivir significa hacer algo útil por nosotros mismos, pero también por los demás. Que el protagonista, en su hora última, aparezca balanceándose de un columpio no es tampoco fruto del azar, ¿será que hay que vivir siempre desde la sabia perspectiva de los niños?
Ikiru (vivir en japonés) es por todos estos motivos, pero también por la conmovedora interpretación de Takashi Shimura, una película imprescindible para todo… para todo ser humano. Que la muerte nos coja columpiándonos. Salud.
+Datos:
*La escena más recordada de la cinta debe ser, sin temor a equivocarnos, cuando Kenji Watanabe interpreta la canción “qué corta es la vida” que transcribimos aquí:
¡Que corta es la vida!
Enamórate,
Querida doncella.
Mientras tus labios
Sean rojos ….
Y antes de que
Tu pasión se enfríe.
Porque no habrá un mañana …
¡Que corta es la vida!
Enamórate,
Querida doncella.
Mientras tu pelo
Sea aún de color negro …
Y antes de que se apague el fuego
De tu corazón.
Ya que este día
No volverá jamás …
*Se puede ver la película, gracias a dios, subtitulada, en:
http://vimeo.com/62516838
(Escrito por Juacinto P. )
Publicado: 2013-11-26
Escrito por
CineXIII
Todo el buen cine.
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