Se podría decir que los últimos días el Perú, gracias a sus autoridades, ha retrocedido varias décadas. La decisión del Ejecutivo de convertir nuevamente el Servicio Militar en obligatorio con una cuota clara de discriminación y clasismo, el díctamen de la Comisión de Justicia de excluir la homofobia como agravante en delitos de discriminación, y el predictamen de la Comisión de la Mujer y Familia que busca priorizar los derechos de los concebidos por encima de los de la mujer, así como evitar que la educación sexual sea impartida en los centros educativos, deberían hacernos reflexionar claramente sobre hacia dónde nos dirigimos como sociedad.

El nivel de nuestros legisladores podría considerarse como un factor importante al respecto. Y es que al parecer todas estas polémicas disposiciones encierran detrás argumentos irracionales más acordes, en muchos casos, con cuestiones de fe que con el sentido común, lo que impide que en pleno siglo XXI se pueda sostener un debate inteligente sobre estos temas en el hemiciclo.

Sin ir muy lejos, en nuestro mismo continente, Ecuador debatió hace casi un año en su Asamblea Nacional (Congreso), la ley que buscaba despenalizar el aborto, priorizando la salud y los derechos de la madre gestante por sobre los del concebido.

En medio de un sin fin de posturas que se mostraban en contra amparándose en creencias religiosas, la asambleista Rosana Alvarado realizó una de las intervenciones más lúcidas que haya brindado un parlamento latinoamericano en los últimos años, partiendo de la importante premisa de que lo que estaba en debate era un asunto de salud pública.

En La Mula la traemos de vuelta para, con un poco de esperanza, confiar en que esto no es más que una mala racha en nuestra cada vez más sorprendente política nacional, y que algún día podremos tener 'padres de la patria' que nos regalen intervenciones como estas.