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CORAZÓN SERRANO: DIME QUE MÚSICA ESCUCHAS Y TE CHOLEARÉ COMO TE MERECES

Artículo sobre el racismo y la intolerancia musical a propósito de la muerte de Edita Guerrero.

Publicado: 2014-03-05

La reciente muerte de Edita Guerrero la vocalista del grupo Corazón Serrano no sólo ha marcado el dolor de muchos peruanos por un lado y la estupidez de anónimos tuiteros por el otro; también ha puesto en la palestra dos temas importantes: el racismo galopante y lo que denomino la “inquisición musical”.

Lo he manifestado en otros artículos y lo vuelvo a decir, la música no es un fenómeno aislado de la sociedad, ésta nace en el seno de una cultura y refleja una realidad, una visión de la vida, un discurso que va más allá del goce estético y que trasciende la individualidad de sus intérpretes.

Suelo leer mucho los foros donde la gente opina sobre música y al hacerlo me recuerda mucho a los foros donde se habla de fútbol. Hay una similitud en la defensa del género musical que para mí equivale casi a la forma como se excitan los hinchas cuando defienden a sus equipos.

Y cuando se habla de géneros musicales las defensas de los gustos son tan cerradas que no se ve sólo la necesidad de afirmar sus preferencias, grupos e intérpretes como buenos; sino el imperioso deseo de decir que todo lo demás es sencillamente una mierda.

Es ahí donde se comete un error grave: afirmar que hay GÉNEROS MUSICALES BUENOS y GÉNEROS MÚSICALES MALOS.

Sé que muchos se deben estar rasgando las vestiduras con esta afirmación, pero es una verdad del tamaño de una catedral.

La explicación es sencilla, los géneros musicales son tantos y amplios que no nos alcanzaría la vida para conocerlos todos, estos además cambian, mutan, se transforman y crean nuevos géneros incluso. Quien se arrogue el hecho de conocerlos todos está sencillamente loco.

Lo que muchos confunden es la diferencia válida entre compositores, intérpretes y grupos buenos con compositores, intérpretes y grupos malos. Esta diferencia puede ser sutil, pero hace una diferencia abismal para entender estos conceptos.

Por eso está totalmente errado decir, por ejemplo, que el Heavy Metal que hace Iron Maiden es “mejor” que la cumbia que hace Tony Rosado, o que la Novena de Beethoven es “SUPERIOR” a la Danza de las Tijeras sólo por poner un par de ejemplos. Es como diría un amigo, mesclar papas con camotes.

Solo se puede calificar la interpretación o composición dentro de un género, no de uno a otro.

Y esto que es lógico y sencillo parece no caber en la mente de mucha gente que con toda facilidad lanza denuestos contra otros géneros, lo he visto en el caso reciente de Corazón Serrano donde muchos han mostrado su desprecio por la “cumbia sanjuanera” sin siquiera conocer los códigos que la conforman.

Pero no sólo con la cumbia, pasa con la música andina, con la chicha, con el reggaetón (que sólo mencionarlo para muchos es como mencionar a Satanás) porque así muchos se autoafirman en torno a un estilo como pasa con los Hipster.

Entonces los estereotipos saltan de inmediato: Chacalón: Música de choros, Reggaetón: Música de Huachafos, Cumbia: música de borrachos, Huayno: música de serranos, y un largo etcétera.

¡Ay fo como voy a escuchar a Corazón Serrano! Si es música de cholos, cobradores de combi y empleadas del hogar. Eso no es cool.

Hay un tercer punto sobre la música que también causa confusión, es el de la complejidad o falta de complejidad de los géneros.

Es un hecho que el Tercer Movimiento de la sinfonía número 7 en LA mayor de Beethoven es muchísimo más complejo en su estructura musical que por ejemplo, uno de los famosos carnavales del Indio Mayta o un landó interpretado por Caitro Soto, pero la pregunta es ¿eso lo hace “Mejor”?

Aquí entra a tallar un tema bastante subjetivo. Recuerdo que Julio Humala uno de los mejores intérpretes de la guitarra ayacuchana comentaba que luego de un concierto en Alemania uno de los asistentes quedó tan encantado con su presentación que le pidió las partituras de lo interpretado.

Con mucho pena el buen Julio tuvo que decirle que no las tenía, puesto que sólo tocaba de oído, “con el corazón y el sentir”. “Yo no leo música” Concluyó. Esto dejó muy sorprendido al alemán que no entendía como un concertista podía ser un analfabeto musical. Claro, en Europa el proceso es mucho más racional y leer música es cómo manejar un segundo idioma obligatorio.

Por eso creo que el éxito de un género musical no está la complejidad de sus composiciones sino en la gente que abraza y se identifica con los acordes, con la armonía y el ritmo de ese género, además con las letras, con las vivencias reflejadas en las mismas.

Yo no me atrevería a decir que la gente que ahora escucha las canciones de Edita Guerrero y Corazón Serrano es gente “inculta” o de clase social baja, tampoco creo que me haga más inteligente escuchar a Rachmaninov o a Tchaikovsky, que por cierto me encantan, pero seguramente mañana en el trabajo mis amigas me escucharán cantando un reggaeton, una cumbia o una de Queen y nada de eso me hará sentir menos, porque entiendo que en términos de géneros musicales no hay autoridad que sea el camino, la verdad y la vida. Tolerancia señores.


Escrito por

ANDDY LANDACAY H.

Comunicador social, escéptico, humanista y papá soltero.


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