Hoy, 8 de julio de 2014, usted, yo y el resto de personas que hemos tenido la oportunidad de ver el encuentro por semifinales entre Brasil y Alemania (las fotos del partido aquí), hemos sido testigos de un evento histórico.  

Este resultado ha llevado a que tanto desde las redes sociales como desde los medios este partido haya sido calificado como "vejamen", "masacre", "humillación".  

Ni el más atento de los especialistas, conscientes de la superioridad del equipo alemán durante el torneo, hubiera esperado tal cantidad de goles a favor de los europeos. Hay los que acusan al estilo adoptado por los brasileños en los últimos años, uno ajeno por completo a su tradición, como el gran causante de esta debacle.

Para las estadísticas, esta goleada ocupa ya el séptimo lugar entre las peores que se han registrado en la historia de los mundiales. Sin embargo, es algo que va más allá de las cifras.

Los rostros de los hinchas brasileños, reunidos en la web Sad Brazilians, nos muestran el impacto que tendrán estos siete goles en todos ellos. Porque, sin duda alguna, el Maracanazo, aquella pesadilla colectiva que asoló a los brasileños en 1950, ha sido revivido con el marcador de hoy en el Mineirao.   

Si se puede extraer una moraleja, es que la historia pesa, sí, pero no si solo se recurre a ella para alimentar a la publicidad o a la leyenda.

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