PARO NACIONAL. 1977
Por CARLOS ORETIZ C.
La paralización del 19 de julio de 1977 fue a iniciativa de las bases de la CGTP y de algunas organizaciones sindicales independientes como la Federación Gráfica del Perú; la Federación de Trabajadores Cerveceros; la Federación de Trabajadores en Compañías de Seguros; la Federación de Luz y fuerza; y la Central de Trabajadores de la Revolución Peruana CTRP-Lima, cuyos representantes entregaron al Secretario General de la CGTP los acuerdos adoptados y el modelo del afiche. Este paro fue calificado por algunos partidos políticos y gremios empresariales como paro político. En realidad, todo paro de las características del Paro Nacional en mención es político, ya que la plataforma de lucha no es contra un patrono en particular, sino que abarcan objetivos económicos, políticos y sociales más amplios.
A diferencia de la realización de otros paros que su plataforma de lucha es más amplia y menos ajustada a lo salarial, en cambio el paro nacional del 19 de julio de 1977 tenía como punto número uno el aumento general de sueldos y salarios de acuerdo con el alza del costo de vida. Otro de los reclamos era la plena vigencia de la estabilidad laboral, la no intervención en las universidades, pero lo más importante de esa plataforma era conseguir que la dictadura de Morales Bermúdez, que encabezó en la ciudad de Tacna el derrocamiento del gobierno revolucionario y comenzó a desarticular las reformas implementadas por el General Juan Velasco Alvarado, prometiendo todo su apoyo a los sectores conservadores que se apoderaron en el control del Estado.
Lo mismo ocurrió con el gobierno del Arq. Fernando Belaúnde Terry, que al momento de asumir el control del Estado la primera medida que tomo fue indemnizar a los terratenientes y empresarios derogando todos los decretos y leyes que supuestamente los perjudicaban, pero si mantuvo vigente el decreto que dejaba en la calle a los miles de despedidos por la dictadura. Desde esa fecha, nada ha cambiado en beneficio de los trabajadores, por el contrario se flexibilizó más las leyes laborales y hasta el momento no hay Ley General de Trabajo porque tomaran muchos años más para que los gremios de empresarios y de trabajadores logren algún consenso por lo que siguen vigentes las leyes laborales decretadas por la dictadura de Fujimori, y que este gobierno tampoco ha cumplido con restablecer los derechos laborales transgredidos por los gobiernos posteriores que no les interesó legislar en favor de los trabajadores, sino a favor de los empresarios nacionales y extranjeros, mucho menos les interesó generar empleos decentes como lo dice la OIT. A los empresarios, solo les interesa acumular más riqueza y con las leyes actuales además tienen carta libre para hostilizar y despedir a los trabajadores.
Como recordaran algunos protagonistas de esta medida de lucha emprendida por los trabajadores encontró el apoyo de amplios sectores de la sociedad civil, que no eran sindicales ni de izquierda, porque también ellos mostraban un malestar porque fue una época en que los pobres sufrían las consecuencias de una dictadura complaciente con los grupos de poder económico que sin esfuerzo alguno lograron posesionarse mejor en el poder durante el gobierno del Arquitecto Fernando Belaunde Terry.
Los que participaron en la organización del paro, como en las movilizaciones a nivel nacional son testigos de la enorme participación ciudadana, focalizada sobre todo, en los conos de la ciudad de Lima que fueron los que tuvieron mayor participación y donde murieron varios de los manifestantes, precisamente en el distrito de Comas se produjo un hecho lamentable que según una agencia de noticias, informó a la opinión pública que una turba atacó un ómnibus y que los infantes de marina que patrullaban la zona abrieron fuego para proteger el vehículo.
Eso, se dijo para justificar esas muertes pero no se informó nada de la brutalidad con que actuaron las llamadas “fuerzas del orden” que tenían directivas del gobierno militar que nunca titubeó para aplicar mano dura contra los dirigentes sindicales y las organizaciones de la sociedad civil que no eran afines a la dictadura militar, así como ocurrió con algunos medios de comunicación que daban cuenta del paro, los que fueron sometidos a censura previa.
La revista CARETAS que publicó y mostró la forma en que se desarrolló alguno de los acontecimientos del Paro Nacional decía: "Esta edición se publica involuntariamente bajo un diplomático procedimiento de censura previa. Nadie aquí ha alterado su estilo de ver las cosas, contar u opinar sobre ellas, y al momento de escribir estas líneas no sabemos cuál será el resultado de la revisión. De lo que los lectores pueden estar seguros es que CARETAS no alterará el contenido de sus notas para amoldarse a los criterios de la censura. En todo caso, la revista se verá forzada, bajo protesta, a suprimir ese material". Como consecuencia del paro fueron detenidos e intervenidos varios locales sindicales, algunos medios de comunicación y como repetimos más de cinco mil trabajadores quedaron en la calle, en su mayoría dirigentes sindicales.
37 años después de este histórico Paro Nacional del 19 de julio de 1977, algunos de los dirigentes que participaron se han olvidado, otros han fallecido sin tener ningún reconocimiento como lo tuvieron muchos personajes del mundo sindical y político, inclusive los que no estaban de acuerdo con esta medida, otros personajes que no tuvieron ninguna participaron, y otros que aún no se dan cuenta que ese paro marcó una nueva época y que tuvo como protagonista principal al proletariado peruano organizado que después del también histórico paro por las 8 horas de trabajo que durante tres días involucro a todos los centros de trabajo de Lima y Callao y que obligó al Presidente José Pardo a firmar la Jornada de las ocho horas de trabajo.
Ese mismo año, se produjo también el paro de las subsistencias, paro masivo y tempestuoso, y que también fue reprimido con saña, tan igual como ocurrió en el paro del 19 de julio de 1977 que quedará grabado en la historia de las grandes luchas de los trabajadores por conseguir mejores condiciones de trabajo, seguridad social y salarios justos.
Ahora podríamos declarar con propiedad que el Paro Nacional del 19 de julio de 1977, condensó décadas de luchas y frustraciones de los trabajadores peruanos en la defensa de sus derechos y se cruzan por nuestra memoria los regímenes de Morales Bermúdez, Belaúnde Terry, Alan García, Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, nuevamente Alan García y ahora Ollanta Humala que siguieron con la política de liquidar los sindicatos.
En todas estas acciones de lucha escuchamos siempre escucharemos el grito estruendoso de ¡Despedidos, reposición! ¡Lucha contra la corrupción y la impunidad¡ ¡Aumento de sueldos y pensiones¡ sobre todo, el cuestionamiento del segundo gobierno, de un Presidente de verbo elocuente y que asumió el mando, prometiendo reivindicarse con la historia y con su desastrosa gestión gubernamental anterior, este voluminoso personaje sucedió a un régimen que se reclamó «de todas las sangres» y a un Presidente que se presumió Pachacutec; hoy como ayer, calles y plazas se inundan del paso incesante del ejército de los trabajadores despedidos que conmueven la conciencia nacional demandando la reposición a sus centros de trabajo o la creación de nuevos puestos de trabajo.
Tampoco hasta la fecha nadie -salvo algunos discursos- se ha reivindicado a los miles de trabajadores que quedamos despedidos y que además perdimos todo, mientras otros lograron acomodarse con una curul parlamentaria, cargos importantes en los partidos que lograron conseguir beneficios económicos y poder político como ha ocurrido con el actual gobierno que prometió los cambios que se venía exigiendo y que por el contrario se doblegó como los anteriores a los grupos de poder económico y sigue la línea del neoliberalismo haciéndonos creer de un crecimiento que algún día llegará a los pobres y, que la inclusión social, que anteriormente se denominaba justicia social, luego equidad, será una realidad algún día.
Esto también nos recuerda a un presidente que según él nos libró de la violencia terrorista, otro que se refería al “chorreo” que en algún momento llegará a los pobres y otro que escribía El síndrome del perro del hortelano en el Diario El Comercio que representa el poder empresarial de la “libertad de prensa” y defensa de la “democracia” y que aseguraba que la plata llega sola y esto parece ser cierto porque nadie sabe cómo es que han acumulado tanto poder económico junto a sus colaboradores y familiares directos.
El en año 2016 culminará el gobierno de Ollanta Humala, con toda seguridad terminará su mandato como el segundo gobierno de Alan García Pérez, atravesado por una vorágine social que lo descalifica como Presidente de los más necesitados y con sus promesas electorales incumplidas, con su popularidad en descenso, con esta gestión va confirmando la justeza histórica de las luchas populares por la reivindicación de sus derechos. Movilizaciones masivas en todo el país, pancartas, y cantos combatientes, bombas lacrimógenas, golpes, muertos y encarcelamientos, olvidándose en la practica el mensaje triunfalista y soberbio gubernamental, escenas trágicas que van silbando como el viento inexorablemente a las conciencias del mundo, recordándoles el aumento de la pobreza, la corrupción y la impunidad, que no solo tiene en sus entrañas una de las siete maravillas del mundo sino que camina junto a la pobreza extrema del Perú profundo donde la pobreza y la exclusión social no tiene coherencia con el crecimiento económico que hace tanta propaganda el gobierno fuera de nuestro país.
Entonces no se puede ocultar las nuevas formas y estilos de lucha que son parte del panorama que desfila por las calles y aparece en las pantallas televisivas, mostrando las luchas de los trabajadores despedidos, por la defensa del trabajo y la vida, por empleos dignos, mostrándose imágenes crueles que la niñez peruana contempla sin comprender cuál será su futuro.
Durante el tiempo transcurrido con estos gobiernos serviles a las grandes empresas nacionales y corporaciones transnacionales y fieles a los mandatos del FMI y el BM debemos insistir en la unidad del movimiento sindical sin exclusión alguna, unidad sindical tan resistida y torpedeada por muchos líderes sindicales que no aceptan dar un paso al costado para lograr construir un movimiento sindical fuerte que esté en condiciones de enfrentar al modelo económico que deja en el camino a millones de trabajadores en la calle y que genera un problema social que se manifiesta en el aumento de la delincuencia, prostitución, entre otros problemas.
(*) Secretario General Adjunto de la FGP / ANP Lima Reg. Gremial 3861