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LAS MENTIRAS DE LA HISTORIA OFICIAL - EL BICENTENARIO REPUBLICANO Y LA VERDADERA HISTORIA DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ

POR: CARLOS ROJAS GALARZA

Publicado: 2014-08-08

Las mentiras de la historia oficial 

El bicentenario republicano y la verdadera historia de la independencia del Perú

Por: Carlos Rojas Galarza (*)

“La Independencia de 1821 fue producto del conjunto de ideas y aportes bélicos exclusivamente peruanos, surgidos de un profundo sentimiento patriótico”

(Rev. DEBATE, No. 84, 1995, Pág. 40)

FALSO. El parágrafo textual que nos sirve de introducción no se condice con la realidad histórica. Es una falsedad afirmar lo del sentimiento patriótico en los sectores aristocráticos particularmente limeños, quienes eran contrarios a la menor idea de romper con la dependencia colonial que nos imponía España. Veamos el porqué.

En el año 2011 que acaba de terminar, el país ha cumplido 190 años desde que formalmente el general Don José de San Martín proclamó la Independencia del Perú. Dentro de 10 años aproximadamente se cumple el Bicentenario del nacimiento de la República peruana. Y actualmente nuestra patria, sigue siendo esencialmente un país neocolonial, de economía mercantil exportadora de materias primas, principalmente minera, con grandes problemas de estructura de un Estado neoliberal que facilitan en alto grado la corrupción, la impunidad, el autoritarismo y el saqueo inmisericorde de los recursos naturales y consecuentemente grandes y frecuentes conflictos sociales.

¿Cuáles fueron las motivaciones económico-sociales y políticas directas del Perú en los inicios de la historia de la República en el s. XIX en relación con la situación de hoy, muy cerca del Bicentenario?

José Carlos Mariátegui escribió que la invasión española significó en términos económicos su codicia por las inmensas cantidades de oro y plata; desplazado España como imperio colonizador por el nuevo imperio representado por Inglaterra, ésta se fijo, primero en el guano y luego en los interminables yacimientos de salitre en las costas del sur peruano. Luego de concluida la Primera Guerra Mundial, EEUU de Norteamérica, pasó a ser la primera potencia desplazando a los ingleses. Los distintos gobiernos militares y civiles del Perú, jamás se preocuparon del desarrollo del país desde una visión futurista, con una sociedad integrada y preparada en beneficio de toda la sociedad.

Por ello, en el desarrollo de la historia hay responsabilidades en los roles concretos que desempeñaron tanto las individualidades (presidentes) como también las colectividades (pueblo) en los problemas sociales que se presentan. Y estas responsabilidades están vinculadas a las formas de organización económica, vale decir, a las formaciones económico-sociales, como también a las distintas clases sociales que detentaron el poder desde el Estado.

¿Cómo fue La frustración histórica de la Independencia del Perú?

Tener una visión científica de los problemas de hoy en el Perú, implica buscar sus causas directas no en el imperio inca, ni en la conquista española, sino en la crisis del feudalismo-colonial, especialmente a fines de los siglos XVII e inicios del XVIII, lo cual no quiere decir que sean inválidos los estudios e investigaciones históricas de épocas más lejanas. Lo que se quiere enfatizar, es la relación directa y esencial entre el Perú republicano contemporáneo y los orígenes de la esta República para explicarnos el porqué de la situación de un atraso extremo que coloca al país al borde de estar entre los más atrasados y con mayor desigualdad social, en América Latina.

Esta crisis feudal –colonial se manifestó sobretodo en el siglo XVIII. Previamente a la maduración de un proceso revolucionario como el tupacamarista, no olvidemos que el pueblo indígena y mestizo como también los negros sí estuvieron en permanente lucha desde la invasión española en el siglo XVI (1532). La concepción científica de la historia nos enseña que durante los tres siglos de dominación colonial, los indígenas campesinos, mineros, obrajeros, artesanos, etc., como también sectores empobrecidos de mestizos, criollos y hasta españoles, resistieron y pelearon de varias formas y de manera constante. El proceso mismo de la conquista (siglo XVI fue un período de violenta resistencia al invasor, en el que destacaron Rumi Ñahui, Calcuchimac y Manco Inca. Años después de culminado el aplastamiento militar de la resistencia indígena, la lucha continuó adoptando nuevas formas como los movimientos religiosos autóctonos de Taki Onkoy y Yanahuara.

Durante todo el siglo XVII, aunque en menor grado, prosiguieron las rebeliones populares, ahogadas en sangre, como señala Don Atilio Sivirichi fueron:

“movimientos esporádicos de protesta y desesperación contra los sistemas de servidumbre y esclavitud que han pasado desapercibidos para la historia, pero que demuestran que el Perú anhelaba su autonomía”.[1]

En el siglo XVIII, la protesta indígena cobró nueva dimensión y surgieron manifestaciones de grandes proporciones, llegándose a los alzamientos armados, ya no de resistencia, sino de carácter antifeudal y anticolonial, es decir procesos revolucionarios, a lo largo de más de un siglo, donde se produjeron más de cien movimientos subversivos predominantemente indígenas. Es importante anotar que estas luchas tuvieron un carácter anticolonial y en muchos casos antifeudal. Entre los movimientos revolucionarios indígenas sobresalieron los de Juan Santos Atahualpa, Túpac Amaru, Pedro Vilcapaza, etc. Queda entonces demostrado que los indígenas jamás estuvieron resignados a su situación de siervos.

Hoy la ciencia histórica denomina a los procesos emancipadores antihispanistas peruanos como la frustración histórica de la independencia del yugo español que:

“no trajo consigo cambios sustanciales en el orden económico-social establecido. En lo fundamental, implicó más bien un reacomodo de las clases dominantes, en el que la aristocracia criolla no fue capaz de impulsar una transformación cualitativa de las bases económicas heredados de la colonia. Por lo tanto, sino que por el contrario se le reforzó a lo largo de las primeras dos décadas inmediatas a 1821, período en el que surgieron nuevos latifundistas en un contexto de crisis económica y caos social y, en la práctica, de un fracturamiento del país por el advenimiento del gamonalismo, la falta de integración de la República en embrión y la desarticulación del estado colonial ante la inexistencia de un Estado con capacidad de centralización”[2]

Y ¿Por qué sucedió esta frustración histórica?

Recordemos que las dos más poderosas colonias en América hispana fueron México y Perú. Antes de la independencia era evidente que de las dos, Perú era la colonia que inicialmente abarcó casi toda Sudamérica, y Lima era el centro comercial monopólico que se ejercía a través del Tribunal del Consulado de Lima, entre cuyos funcionarios se encontraban miembros de la élite aristocrática criolla limeña, beneficiados con el comercio Perú-España. De tal manera que las mercancías provenientes de España necesariamente tenían que ingresar por Lima y luego distribuirse por toda Sudamérica. También es cierto que esta situación monopólica, hizo que a lo largo del siglo XVIII, surgieran en Buenos Aires y Venezuela, núcleos de comerciantes criollos contrabandistas y piratas que actuaban al margen del comercio oficial. Por ello se explica que las primeras ciudades en las cuales se formaron criollos hispanos separatistas anticoloniales, fueron Buenos Aires y Caracas, desde donde partieron más tarde las expediciones libertadoras del sur y del norte, respectivamente. Como dice Mariátegui en sus 7 ensayos

“La política de España obstaculizaba y contrariaba totalmente el desenvolvimiento económico de las colonias al no permitirles traficar con ninguna otra nación y reservarse como metrópoli, acaparándolo exclusivamente, el derecho de todo comercio y empresa en sus dominios. El impulso natural de las fuerzas productoras de las colonias pugnaba por romper este lazo. La naciente economía de las embrionarias formaciones nacionales de América necesitaba imperiosamente, para conseguir su desarrollo, desvincularse de la rígida autoridad y emanciparse de la medioeval mentalidad del rey de España” [3]

Buenos Aires y Caracas se convirtieron en las antorchas nacientes burguesas comerciales, mientras que Perú, fue el baluarte de la resistencia colonial-feudal en América del Sur. Hay que precisar que quienes se oponían a la independencia eran los aristócratas limeños elitistas del Tribunal del Consulado de Lima, denominados fidelistas de carácter feudal, secundados por los grandes terratenientes quienes estaban espantados de que el proceso revolucionario-independentista llegase a Perú. Lima era su centro enriquecimiento comercial, mas no así con la aristocracia criolla provinciana que sí estaba por el rompimiento con el coloniaje español. Ejemplo de esto último eran Juan Pablo Vizcado y Guzmán (Arequipa); Toribio Rodríguez de Mendoza (Chachapoyas), Francisco de Zela (Tacna). Estos renombrados criollos provincianos sí lucharon con sus ideas y algunos empuñaron las armas por la liberación. Por tales razones, Lima se convirtió también en más fuerte reducto de resistencia a favor de la corona española. Ante tal situación los ejércitos de Don José de San Martín primero, y Lugo el general Don Simón Bolívar convergieron en Perú para que se complete la liberación de la opresión colonial Hispana.

En el terreno concreto del carácter de la economía en Perú, la realidad era que las columnas del feudalismo no habían sufrido sustancialmente ningún cambio. Así, quienes sucedieron a los españoles en el aparato político-administrativo fueron los representantes del fidelismo, vale decir, los directos militares gamonales feudales. Mientras que en las realidades de Buenos Aires y Caracas ya habían prendido las ideas liberal-burguesas; aquí en Perú, la feudalidad y las ideas medioevales se afianzaron, con caretas liberaloides. Luego de la salida de los españoles de Perú, el territorio andino se convirtió en un escenario real de las luchas fraccionadoras de quienes se creían con el derecho de apropiarse y sentirse dueños de una parte o de todo el Perú fragmentado. Paradójicamente nacía una formal república coincidentemente con la iniciación de una época infausta militarista cuyos caudillos todos tenían una mentalidad retrógrada y medioeval. Así fue todo el siglo XIX.

Hubo un momento de oportunidad para el Perú con el descubrimientos de la riqueza de de las aves del litoral costeño en 1845-1870, en el que los millones de toneladas de guano se vendieron a Francia e Inglaterra y el país como dijo Mariátegui “se sintió rico”. Pero con gobernantes feudales, ambiciosos de robar, se enriquecieron a costa de la venta del guano y no se invirtió en nada trascendental y de proyección nacional para futuro, que hubiese sentado las bases para un sustentable proyecto de desarrollo nacional. Es que no había una clase dirigente burguesa revolucionaria con visión de futuro. El Perú siguió siendo feudal, hasta que con la penetración del capital norteamericano a inicios del siglo XX, se introdujeron lentamente manufacturas, luego surgieron algunos centros industriales, convirtiéndose el país en semifeudal-semicolonial.

Es con el advenimiento del gobierno reformista de Velasco Alvarado en que se inician importantes reformas de carácter industrial-financiero, para terminar con la oligarquía de los señores feudales antihistóricos. Fue una intentona reformista burguesa modernizadora donde el Estado “revolucionario” velasquista quiso hacer sus reformas desde arriba y sin una real participación popular. Cuando el movimiento popular presionaba para avanzar en las reformas, vino el contragolpe reaccionario del general Morales Bermúdez que desmanteló las pocas reformas y nuevamente asumieron al poder fuerzas burguesas retardatarias como la burguesía intermediaria y parasitaria. Es en este proceso cuando aparecen los movimientos armados de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. Estos movimientos tuvieron una caracterización terrorista, mesiánica y exclusivista que luego de 15 años aproximadamente, fracasaron, sin dejar ningún ánimo revolucionario de masas, desprestigiando al marxismo y facilitando a la represión para que cualquier movimiento colectivo fuese tildado de terrorista. Especialmente Sendero Luminoso está caracterizado como un factor que sirvió a la contrarrevolución, por su fanatismo, sectarismo, dogmatismo y terrorismo a favor de la burguesía, a la derecha y al imperialismo norteamericano.

¡ESTAS VERDADES NO QUIEREN LOS SECTORES GRANBURGUESES QUE SE DIFUNDAN EN LAS ESCUELAS, PORQUE SON VERDADES QUE CONCIENTIZARÍAN A LA POBLACIÓN ESTUDIANTIL, LO CUAL CONTRAVENDRÍAN A SUS INTERESES DE CLASE!

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* Magister en Educación Universitaria, Docente Asociado de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, Decano del Colegio de Pofesores del Perú, Región de Lima Metropolitana, Vice-pressidente de la Asociación de Educadores de Latinoamerica y El Caribe (AELAC-PERÚ).

[1] Sivirichi Tapia, Atilio, LA REVOLUCIÓN SOCIAL DE LOS TUPAC AMARU, Ed. Universo, 1979, Lima, Pág.42.

[2]Partido Comunista del Perú-Patria Roja, V CONGRESO DE UNIDAD Y REAFIRMACIÓN REVOLUCIONARIA, 1984, Lima, Pág. 206.

[3]Mariátegui, José Carlos los 7 ENSAYOS DE INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD PERUANA, Ed. Amauta, 1928, Lima, Pág. 16.


Escrito por

Enrique Jesús Flores Velásquez

Psicólogo Clínico Jurídico, perteneciente a la II Promoción Año 1983 "Felix de Valois del C.E.P. Santísima Trinidad-Lima-Perú.


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