El último martes, mientras esperábamos la reunión para iniciar el proceso de diálogo sobre la plataforma de La Convención, nos encontramos con las excavaciones en la calle Mantas en el centro de Cuzco. Sorpresa, orgullo, indignación, sentimientos encontrados. ¡¿Cómo es posible que se haya roto una piedra labrada inca de grandes dimensiones para poner cable?! ¡¿Dónde estuvo la Dirección de Cultura Cusco?! 

Por otro lado, es inadmisible que se diga que no hay más remedio que tapar todo. Se debe agotar las posibilidades técnicas para poner en valor por lo menos una parte de estas maravillas.

Un pueblo que no conoce su historia y no valora su patrimonio es un pueblo sin alma.


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