Lo que le falta a esta película es un punto alto de la misma. Sentí que me contaron un thriller muy interesante pero que no generó mucho miedo. Se quedó a medio camino cuando la trama estaba en su etapa más interesante, a pesar que duró mucho su metraje. Y es que las historias sobre exorcismos y posesiones diabólicas han sido contadas de diversas formas en la pantalla grande, y más se ha visto películas que se basan en sangre y muertes para contentar al espectador.
Aquí nos atrapa la incertidumbre y ese halo misterioso que envuelve al tema de las posesiones diabólicas, que la Iglesia siempre ha intentado mantener en las sombras. Lo bueno es que se dibuja una trama interesante en los minutos iniciales, en donde el director nos pone los factores más primordiales para encontrar el eje exacto al desenlace que se nos presentará. Lo malo es que si uno espera una cinta que le pongo los pelos de punta, va a salir decepcionado. La película es más un thiller con pequeños fragmentos de terror, que una cinta típica de terror. Las muertes no abundan, pero las pocas que hay son de estremecer.
Lo malo llega al final. Y no quiero decir que la cinta colapse en su desenlace, lo que sucede es que uno esperaba más del final. La parte más interesante y relevante de toda la trama ocurre en los últimos 15 minutos, y cuando uno siente que puede haber un final que te deje con la cabeza humeando, se presentan los mismos tópicos y lo previsible se apodera del argumento.

En conclusión, Libranos del mal es una película que cumple hasta cierto punto, teniendo como punto a favor que no llega a hastiar por las dos horas de duración que tiene. Recordar que su director, dirigirá Doctor Siniestro el próximo año, un giro total en su filmografía llena de posesiones diabólicas y exorcismos.

Dirigida por Scott Derrickson.