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"Duelo en Malambo": hacia un segundo renacimiento afroperuano

LaMula.pe entrevistó a Luis Sandoval, el director de "Duelo en Malambo", obra teatral basada en una idea original de Rafael Santa Cruz.

Publicado: 2014-09-17

Este jueves 18 de septiembre se inicia en el Teatro Municipal la temporada de Duelo en Malambo, la obra ganadora de la Residencia de Teatro de Gran Formato de la Municipalidad de Lima. Este montaje, que reúne actuación, música y baile, pone en escena un hecho histórico: el enfrentamiento a muerte entre dos faites del bajo mundo limeño —"Carita de ángel" Withman y Cipriano Moreno “Tirifilo”— por un asunto de honor. Ambos, afroperuanos, resuelven sus diferencias en un célebre duelo de chavetas en los extramuros de la ciudad de aquellos años: el barrio de Malambo.

La propuesta, que cuenta con la participación de 24 artistas en escena, se aleja del teatro costumbrista para ofrecer un espectáculo multidisciplinario que trata temas universales como la violencia, el honor, la corrupción y la traición. Duelo en Malambo pretende a su vez revalorar y reivindicar el barrio de Malambo, de población afroperuana, en donde no solamente obreros y artesanos participaron activamente en la formación del movimiento sindical, sino que fue también la cuna de grandes figuras de la jarana y el criollismo.

LaMula.pe conversó con su director, Luis Sandoval, quien trabajó en la concepción de este proyecto en tándem con el gran Rafael Santa Cruz. La entrevista fue una ocasión imperdible para hablar no solo de los interesantes orígenes de la obra, sino también para traer a colación temas como el importante trabajo de Sandoval con el Teatro del Milenio y Kimbafá, el aporte de Rafael Santa Cruz al movimiento de revaloración del legado afroperuano, la larga historia de politización de la prensa amarilla local, y aquello que Milena Carranza ha llamado un "neorenacimiento afroperuano" en las artes escénicas.


"Duelo en Malambo" pone en escena un hecho histórico. ¿Cómo fue el proceso de investigación para crear este montaje?

"Carita de ángel" Withman y Cipriano Moreno “Tirifilo”. (difusión)

Primero nos juntamos con Rafael Santa Cruz a iniciativa de él. Esta es una idea que le venía rondando en la cabeza desde hace mucho tiempo... Hace cerca de 20 años participamos en un proyecto que se llamó Duelo de Caballeros, basado en el cuento del mismo título de Ciro Alegría. A partir de ese texto comenzamos a investigar y nos dimos cuenta de que hay varios historiadores que han escrito sobre este hecho ocurrido en 1915, que fue un duelo a chaveta. Es un hecho inusual para la época, primero porque los duelos se hacían normalmente con armas de fuego, y también porque sucedió en el barrio de Malambo, donde generalmente la gente no se retaba a duelo.
Se trata de una práctica más bien aristocrática, ¿no?
Así es: es una costumbre de origen inglés que en ese entonces se daba en los ambientes aristocráticos de Lima. Se le llamó “Duelo de caballeros” a raíz de una percepción que tuvo José Carlos Mariátegui cuando entrevistó al ganador del duelo, Carita de Cielo, quien había quedado malherido. Mariátegui en ese tiempo era reportero de un diario y él dignificó esta pelea de negros en un barrio popular como Malambo llamándola “duelo”, porque los faites se habían retado por el honor de uno de ellos y habían respetado ciertos planteamientos de ese reto. Esos fueron los primeros materiales que tuvimos a la mano, con los cuales tuvimos la posibilidad de leer y de discutir entre nosotros; el texto de Ciro Alegría, el artículo de Mariátegui y también un texto del historiador Carlos Aguirre. El material de Ciro Alegría tiene mucha licencias de ficción, pero el de Aguirre sí es un estudio histórico con fuentes periodísticas de la época, porque este duelo concitó la atención del periodismo nacional. 

diario el comercio, mayo de 1915.

¿Por qué capturó la imaginación de los periodistas, de los historiadores? ¿Qué hace de este duelo un acontecimiento tan importante?
Los faites, que eran lo que hoy llamaríamos delincuentes comunes, tenían en ese tiempo una categoría especial. El faite era la persona que manejaba el barrio, que tenía vínculos con la policía, que tenía una especie de poder subterráneo. Los sucesos en los que se veían envueltos eran la comidilla de todo el barrio, y Lima en 1915 era muy chica. Estamos hablando de Malambo, que queda cruzando el Rímac, en la segunda cuadra de Francisco Pizarro; eso ya era los extramuros de Lima, pero esta comidilla se hizo grande y muy pronto se volvió una noticia limeña y nacional. Además el contexto es interesante porque es la época del boom del caucho, había dinero, estaba naciendo un movimiento sindicalista y Malambo era uno de los barrios obreros más importantes. Todos esos elementos confluyeron para hacer de esta historia algo especial. El naciente criollismo que se daba en estos barrios, las canciones y la música eran también una vía para comentar estos hechos. Los valses eran realmente en esa época la forma de transmisión de la historia. Entonces se crearon varios valses sobre el duelo de Tirifilo y Carita. Pero en realidad, si te das cuenta, siempre hemos tenido aquí una tendencia a resaltar algunas figuras del hampa... Luego fue Tatán, por ejemplo. Y eso nos llevó a pensar, en el análisis que hacíamos, en cómo la prensa utiliza ciertos gustos populares para resaltarlos y para convertirlos en prensa amarilla, también.
¿Cuál fue la razón de este duelo?
Hay varias versiones. Una de ellas plantea que Carita, que era el más joven, es traicionado por Tirifilo. Otra plantea que Carita le quita a Tirifilo el amor de una prostituta en uno de los huariques de Malambo y que esa habría sido una de las causas. Otra versión plantea que Tirifilo va a buscar a Carita y agrede a la madre. Y otra, más contemporánea, de un estudio que ha hecho Lucho Roca, plantea que era una lucha por el poder y que ésta era la forma que Carita tenía para establecer su autoridad entre los lumpen de Malambo.
Y la obra pone en escena todas estas versiones, ¿verdad?
No todas, pero no queríamos tener una sola versión de cuál fue el origen del duelo; queremos dejar que el público saque sus propias conclusiones.
Eso me recuerda un poco la concepción de una película como "Rashomon"... es una idea bien moderna, finalmente.

Sí, lo que a nosotros nos interesa es dar nuestra opinión más allá del simple hecho del duelo. Más allá del hecho episódico nos parece que toda esta circunstancia es un ejemplo interesante de cómo las noticias pueden ser aprovechadas políticamente y funcionar como una especie de cortina de humo para mantener al pueblo alejado de los problemas principales.

Revista Variedades, 15 de mayo de 1915.

Y esa es una de las razones por las que es interesante que presenten la obra en esta institución, el Teatro Municipal de Lima. ¿Cómo se sienten de ser recibidos en este espacio privilegiado?
Para nosotros es un honor haber sido ganadores de la Residencia de Teatro de Gran Formato de la Municipalidad de Lima. Nos parece un impulso grande que se le da al movimiento teatral, y el hecho de estar acá y de tener todas las condiciones para hacer un espectáculo como el público se merece es una oportunidad que queremos aprovechar al máximo. Hemos hecho desde la dramaturgia hasta la puesta en escena; esta es una obra musical que pone en juego a un grupo importante de músicos y de performers que son a la vez actores, bailarines y músicos. Es un espectáculo construido en base a diversos lenguajes teatrales: no se trata de un teatro que explora únicamente la oralidad, sino que estamos explorando también otros lenguajes como la corporalidad, el manejo de las acciones físicas, el manejo del zapateo como otra posibilidad de diálogo.
Esos son elementos que ustedes han estado trabajando, pero tengo la impresión de que este proyecto es para el grupo Teatro del Milenio como una especie de culminación o de confluencia de todas esas experiencias. Es un proyecto ambicioso que se presenta en un espacio de lujo, y que además tiene una historia que se remonta a una idea que tuvo Rafael Santa Cruz hace 20 años. ¿Ustedes sienten que efectivamente va a ser un momento importante dentro de la historia de Teatro del Milenio?

Por supuesto. Es importante por varias razones, en primer lugar porque es el primer espectáculo que hacemos en unión con otro proyecto, que es Afroperú de Rafael Santa Cruz. En realidad es bien difícil conjugar la presencia de dos cabezas en una puesta en escena, por lo que toda la etapa previa de discusión nos sirvió para enfocar el proyecto, darle forma, encontrar los recursos adecuados en función de lo que queremos comunicar.


En muchos de nuestros trabajos hemos contado pequeñas historias, pero en esta ocasión se trata de una gran historia que tiene una dramaturgia de comienzo a fin. Eso nos llevó a tomar la decisión de usar muchos diálogos, un recurso que generalmente no usamos en nuestras puestas, y eso nos plantea un reto. También es un proyecto importante porque nos permite hablar de un momento fundamental en la creación del criollismo. Cuando escuchamos hablar de los criollos y del criollismo, generalmente no lo percibimos como algo que viene de la cultura afroperuana. Pero en realidad los valses, las polkas, la marinera, toda esa parte del criollismo que no es directamente de origen afroperuano (como sí lo son los festejos o las zamacuecas), tienen también una gran influencia negra, y es en el barrio de Malambo que se crearon las bases fundamentales de todo esto. Del barrio de Malambo, por ejemplo, es la familia de los Azcue, grandes cultores de la marinera limeña y del vals. Y es gracias a esta herencia afroperuana que, por ejemplo, el vals de 3/4 se transforma en un ritmo de 6/8. Eso es lo que nos interesa rescatar. Es un acto reivindicativo para la cultura afroperuana. Y el hecho de que dos faites de un barrio popular, como era Malambo, se reten a un duelo, que era una práctica reservada para la aristocracia, también es un acto reivindicativo. Significa que los negros de Malambo tenían palabra también, podían tener acciones como esas.
Hace poco leí en la revista La Lupe un artículo de Milena Carranza que habla de un "neorenacimiento afroperuano" y tengo la impresión de que este montaje viene un poco a confirmar ese fenómeno que se vive actualmente en las artes escénicas. En todo caso, ha habido en los últimos años varias obras que reivindican esta herencia. ¿Es coincidencia o cree usted que hay una nueva consciencia de lo que ha significado históricamente esta comunidad y de su aporte a la cultura peruana?
Sí, mira, quizá sea un nuevo renacimiento.
Que recuerda un poco el periodo de renacimiento afroperuano de los años 50.

Miembros de la compañía Pancho Fierro. foto: archivo caretas

Ese renacimiento de los 50 corresponde a la aparición de la compañía Pancho Fierro, liderada por el señor José "Pepe" Durand, una compañía que, dicho sea de paso, se presentó aquí, en este Teatro Municipal por primera vez. En esa ocasión se juntaron los Santa Cruz, los Vásquez, los Azcue, e hicieron un espectáculo basado en la cultura afroperuana, que era algo que en ese momento solo se podía ver en los huariques y no en un escenario como este primer escenario nacional. Posteriormente, Victoria Santa Cruz, Nicomedes Santa Cruz y Perú Negro le dieron forma a este renacimiento afroperuano. Chalena Vásquez hizo luego un libro lindo que se llama Costa, que nos habla de 54 géneros dancísticos y musicales de la costa peruana, teñidos todos por la cultura afroperuana. Y ese fenómeno de puesta en valor de ese legado es algo que hoy vemos emerger nuevamente, desde el Teatro del Milenio, hace más o menos 20 años, cuando nosotros hicimos Caribú, y luego Chavelilla y Callejón

Estábamos intentando hablar sobre tres momentos de la experiencia negra en el Perú, desde los orígenes en África (Caribú), para desarrollar el orgullo de ser afrodescendientes. Con Chavelilla la idea fue desarrollar nuestro orgullo de haber tenido una resistencia al sistema esclavista, encarnada en la figura de Francisco Congo Chavelilla. Y luego con Callejón hablamos desde el sincretismo, desde el criollismo, de la problemática de los callejones. Este trabajo que empezamos hace 20 años fue dando frutos posteriormente. Mucha gente que pasó por nuestra escuela se abrió e hicieron sus propias propuestas, como Adú, como Juan Palenque, como Nadia Calmet y Roberto Arguedas. Y ahora último, La Plaza montó un espectáculo donde yo también he participado que se llama Al otro lado de la cerca, que es una obra de los sesenta de August Wilson, una obra afroamericana; luego están los casos de Estrella Negra con Anaí Padilla que fue dirigida por Alberto Ísola, y En la calle del Espíritu Santo, que fue escrita por Celeste Viale y dirigida por Mateo Chiarella. Entonces hay toda una serie de propuestas teatrales interesantes que demuestran, como tú dices, un nuevo renacimiento de la cultura afroperuana en el campo del teatro.

¿Y esto se está dando también en otros campos?
Yo creo que también a nivel político hay un fuerte movimiento. Hay instituciones que trabajan sobre la reivindicación afroperuana, como Makungu para el Desarrollo, CEDET y otras organizaciones no muy visibilizadas en el medio pero que tienen todo un movimiento detrás. En medio de eso quiero señalar la fuerte presencia de Rafael Santa Cruz como un personaje fundamental en este movimiento, en el rescate de un instrumento como el cajón: elevar el conocimiento del cajón, hacer un libro sobre él y llevarlo por todo el mundo ha sido también importante. Vivimos un momento especial por todas estas cosas que están pasando. Duelo en Malambo viene a ser una propuesta más, un grano de arena más en esta búsqueda incansable de la reivindicación de la cultura afroperuana. Es decir: miren, tenemos actores, tenemos bailarines, tenemos músicos de alto nivel, y podemos dar la talla en espectáculos como éste.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Rafael Santa Cruz?
Bien interesante. Yo lo conocí hace muchos años. Era un personaje muy imaginativo y vehemente: tenía una idea y luchaba para que esa idea se hiciera realidad. Y, en parte, este proyecto es una realidad por él. A mí me ha enseñado mucho porque tenía además una gran necesidad de buscar el verdadero sentido de las cosas, buscar algo más que darle al espectador. No solamente quedarnos en enunciar el tema , contar la historia y que el espectador goce con el espectáculo, sino que se vaya reflexionando sobre lo que vio, que en el fondo es el sentido de las artes escénicas.
Hay un tema importante que ha quedado latente en esta conversación, que es el rol de la prensa amarilla en nuestra sociedad. ¿Podemos terminar hablando de eso?

Por supuesto. Tenemos Edita para rato, tenemos temas como la muerte de Ciro Castillo con los que mucha gente se queda enganchada como si tratara de una telenovela, y que son temas que nos distraen de los problemas esenciales o de otro nivel de análisis de las cosas. Y así podemos ir remontándonos en la historia y podemos encontrar un montón de temas que han sido sucesos periodísticos por mucho tiempo. Tanto así que nuestra obra tiene que ver directamente con eso, queremos enfocar la mirada del espectador un poco hacia ese lugar. Las preguntas son claras: ¿Cómo podemos ser manipulados tan fácilmente? ¿Cómo es que nuestros gustos y nuestra necesidad de consumir noticias pueden ser usados en nuestra contra?


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Escrito por

Alonso Almenara

Escribo en La Mula.


Publicado en

Redacción mulera

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