Fernando Vallejo es un auténtico pelmazo.
Como escritor es un pelmazo, un tostón, el presidente del sindicato del plomo: leí su novela El desbarrancadero y me aburrí como si fuera una exhibición de patinaje artístico o una competición de lanzamiento de huesos de aceituna.
Tiene una prosa bronca, cruda y malsonante, ideal tal vez para escandalizar a seminaristas con acné, pero que a un adulto no le puede dar más que risa.
Como personaje público es más pelmazo todavía. Parece una especie de Pérez-Reverte (Pérez-Reviente, creo que le llaman): soltando tacos y haciéndose el machote de pelo en pecho.
Insoportable.
(...) Fernando Vallejo, aunque se lo proponga, no escandaliza a nadie (salvo, quizá, a un reducido grupo de catequistas pajilleros). Sus tres únicas ideas (todas putas, todo es una mierda, yo soy la hostia) no interesan a nadie. A este tipo de fanfarrones, en mi barrio, se les oye hablar como quien oye llover, en la barra del bar, suplicando por lo bajo que se vaya de una vez y sin establecer jamás contacto visual, no sea que se dirija a ti.
Sin embargo, que a semejante pelmazo con el cerebro de un mosquito acatarrado nos lo vendan (sobre todo en El País, pues es autor de Alfaguara) como un gran novelista es inadmisible, ¿no te parece?
Habiendo vivido y escrito César Vallejo, se agradecería que este cantamañanas publicara sus libros firmando con el segundo apellido, la verdad.
En: Rafale Reig, Fernando Vallejo, un pelmazo, Blog de Rafael Reig, 15 de noviembre de 2007.
Puedes leer aquí todas las entradas anteriores de Troyas Literarias, un blog de escritores contra escritores.