Mientras los medios de comunicación (sobre todo los peruanos, aún no entendemos a cuenta de qué) pretenden convencernos de que la noticia del día es la muerte de una octogenaria duquesa, lo cierto es que en el país europeo hay temas que están rondando el extremo del escándalo y merecen realmente la atención mediática por sus repudiables matices.
Y es que por primera vez desde que asumió las riendas de la Iglesia Católica, el argentino Jorge Mario Bergoglio se ha abocado directamente al esclarecimiento de un caso de presuntos abusos sexuales a menores al interior de dicha institución. Específicamente en la Archidiócesis de Granada, donde una pequeña parroquia en los alrededores del barrio del Zaidín, fue el foco para lo que se puede calificar como una verdadera secta.
Y es que en dicho lugar se ocupaban de captar jóvenes como monaguillos y ayudantes para inculcarles una supuesta vocación religiosa que no era más que un sometimiento a sus verdaderas intenciones. Una organización muy bien montada, pues fuentes de la investigación judicial por pederastia que ya se ha iniciado contra varios sacerdotes señalan que tenían incluso un líder, que era nada menos que el mismo cura encargado de la parroquia.
Pero, ¿cuál es el inicio de esta historia por las que el Arzobispado de Granada ya ha suspendido a tres sacerdotes implicados? Una carta llegada hasta las mismas manos del Papa por un joven de 24 años que, alentado por el anuncio del Vaticano de implantar la tolerancia cero en casos de abusos de menores, decidió contarle detalladamente las vejaciones a las que fue sometidos desde los 13 a los 17 años en dicha localidad española. Una carta que se animó a escribir tras ver que de parte del Arzobispado no había la menor intención de tomar cartas en el asunto en búsqueda de justicia.
¿Cuál fue la reacción de Francisco? Llamar al muchacho por teléfono para pedirle en nombre de la Iglesia y prometerle que haría todo lo que estuviera a su alcance para sancionar a los culpables dentro del ámbito eclesial, emplazando al arzobispo de Granada a abrir cuanto antes una investigación.
La Archidiósesis, sin embargo, se limitó únicamente a apartar a 3 de los 10 sacerdotes implicados según el relato de la víctima. Es decir, únicamente a quienes habrían cometido los abusos más no a quienes los encubrieron. Esta medida fue considerada insuficiente por el Pontífice, quien volvió a comunicarse con el joven denunciante y dispuso que el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, sea llamado a presentarse a Roma para recibir un directo llamado de atención.
Lo cierto es que el contar con el apoyo del mayor jerarca de la Iglesia, animó al joven a denunciar a los religiosos ante la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, donde el Juzgado de Instrucción 4 de Granada ya está llevando a cabo una investigación que hasta el momento pretende mantenerse en el más estricto secreto.
Los pocos detalles que han trascendido, dan cuenta que el denunciante no habría sido la única víctima, sino que su testimonio da cuenta de hasta otro menor de cuyos abusos puede dar fe. Asimismo, dentro de la institución religiosa se les habría sometido a verdaderos ‘lavados de cerebro en reuniones secretas en la que disertaban abiertamente del sexo y les alentaban a mantener relaciones con ellos argumentando que eso no era pecado. Además, los sometían a brutales prácticas sexuales, y siempre con abuso de la situación de superioridad que ejercían sobre ellos’, tal y como señala el diario El País, medio que tuvo acceso a dichas fuentes.
Según el portal Religión Digital informó que el clan de religiosos sobre el que hoy están todas las miradas es conocido en Granada como Los Romanones, en referencia al nombre de su supuesto líder, y el mismo estaría conformado por fundamentalistas y ultraconservadores. Todo tan bien organizado que incluso se cuidaban de no cometer los abusos en la misma parroquia –usándola solo como lugar de captación-, sino en lujosos pisos de la capital granadina y en dos municipios de la provincia: un dúplex en la localidad costera de Salobreña y un chalé en el municipio de Pinos Genil. Todo perfectamente montado.
Se espera que a finales de esta semana el juez instructor del caso, Antonio Moreno, tome declaración de los principales religiosos implicados, ya que hasta el momento solo se ha hecho lo propio con el denunciante y los presuntos encubridores. No se descarta que se efectúen detenciones, lo que marcaría un precedente importante en la historia reciente de la Iglesia, al ser el primer caso de abuso sexual en el que se tomarían acciones por presiones de, nada más y nada menos, el mismísimo Papa.
¿Ganas de hacer las cosas bien o un desesperado lavado de cara a una institución que el argentino intenta a toda costa mantener a flote?
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