(EFE).- El papa Francisco se dirigió hoy en Estrasburgo a una "Europa envejecida", a la que instó a recuperar su "alma buena" y reencontrar unos valores relegados en parte por la crisis económica y la desconfianza ciudadana en sus instituciones.
El pontífice instó en la sede del Parlamento Europeo (PE) a una Europa "envejecida y reducida" a que "redescubra" ese espíritu fundacional y que "no gire en torno a la economía" en su primer discurso en Estrasburgo, ante el pleno de la Eurocámara.
"Ha llegado el momento de abandonar la idea de una Europa atemorizada", dijo el pontífice ante la representación de los ciudadanos de la Unión Europea (UE) a la que recordó que el mundo es ahora "menos eurocéntrico".
Jorge Bergoglio dijo que se puede constatar que "ha ido creciendo la desconfianza de los ciudadanos respecto a instituciones consideradas distantes", que establecen reglas "lejanas de la sensibilidad de cada pueblo".
Sin embargo el papa argentino quiso enviar un mensaje de "aliento" a los europeos y recordó que en la historia reciente del continente la palabra "dignidad" ha sido clave para explicar el proceso de recuperación de la segunda posguerra" que sacó al continente de las ruinas.
El papa argentino destacó ante los europarlamentarios lo que calificó de "impresión general de cansancio y envejecimiento, de una Europa anciana, que ya no es fértil ni vivaz" por lo que pidió que se abra a lo que denominó "la dimensión transcendente de la vida".
Ante la representación parlamentaria de los 28 Estados miembros de la Unión Europea (UE) el papa analizó las "enfermedades" que detecta en Europa, y el pontífice dijo que una de las que ve "más extendidas" es "la soledad".
Es una sensación, dijo, que advierte en los "jóvenes sin puntos de referencia", "ancianos a menudo abandonados a su destino" y en los "ojos perdidos de los inmigrantes que han venido aquí en busca de un futuro mejor".
Precisamente en relación con la inmigración el papa llamó a los europeos a "afrontar juntos la cuestión" y aseguró que "no se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio".
"Europa será capaz de hacer frente a las problemáticas asociadas a la inmigración si es capaz de proponer con claridad su propia identidad cultural y poner en práctica legislaciones adecuadas" que tutelen los derechos de los europeos, agregó.
Pero también si garantiza "al mismo tiempo la acogida a los inmigrantes", para lo que pidió "políticas correctas, valientes y concretas" que ayuden a los países emisores en lugar de "políticas de interés".
Bergoglio tuvo además palabras para los desempleados y dijo que "es hora de favorecer las políticas de empleo, pero es necesario sobre todo volver a dar dignidad al trabajo, garantizando también las condiciones necesarias para su desarrollo".
Apeló a continuación a "buscar nuevos modos para conjugar la flexibilidad del mercado con la necesaria estabilidad y seguridad de las perspectivas laborales".
En su segundo discurso, en el Consejo de Europa, el papa le recordó al Viejo Continente su "responsabilidad en el desarrollo cultural de la humanidad" y llamó además ante esta institución a que tenga una "correcta relación entre religión y sociedad".
El pontífice se dirigió a los miembros de la Asamblea Parlamentaria de la institución y dijo que Europa debe "reflexionar sobre si su inmenso patrimonio humano, artístico, técnico, social, económico y religioso es un simple retazo del pasado para museo".
Se preguntó si los europeos todavía pueden "inspirar la cultura" y planteó que el Viejo Continente tiene ante sí el reto de "globalizar" su "multipolaridad" porque, dijo, "las culturas no se identifican necesariamente con los países".
Bergoglio destacó la aportación que puede hacer el cristianismo al desarrollo cultural y social europeo y dijo que la sociedad se beneficiará de una "reavivada relación" entre religión y sociedad.
Ante la institución intergubernamental europea más antigua y que representa a 47 Estados repitió en parte el mensaje que dio al Parlamento Europeo: "hoy tenemos ante nuestros ojos la imagen de una Europa herida, por las muchas pruebas del pasado pero también por la crisis del presente".
Y consideró que el Viejo Continente "ya no parece ser capaz de hacerle frente con la vitalidad y la energía del pasado. Una Europa un poco cansada y pesimista que se siente asediada por las novedades de otros continentes".
Bergoglio manifestó su oposición a la "la carrera de armamentos", pero advirtió de que la paz "también se quebranta por el tráfico de seres humanos".
Con la visita al Consejo de Europa concluyó una visita récord para un papa, con apenas cuatro horas de estancia en el que ha sido su primer viaje destinado a dirigirse al conjunto de los europeos y, algo poco habitual en los pontífices, sin actos religiosos.
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