Luces, Cámara... Economía #5: Charlie y la Fábrica de Chocolate (y la #LeyPulpín)
El ya clásico remake de Tim Burton nos puede servir para ilustrar cómo funciona el mercado laboral y porqué los famosos "beneficios" o "conquistas" sociales son probablemente, parte del problema y no de la solución. PRECAUCIÓN: Leer con mente abierta o el chocolate te puede caer agrio.
"No sólo es fabuloso, es lo más fabuloso de todo lo fabuloso que hayan visto... voy a darle a éste pequeño mi fábrica"
Regresamos después de unas semanas de descanso y con una película que nos ayudará a ilustrar algunos argumentos relacionados al análisis económico del Derecho Laboral, ahora que estamos con la #LeyPulpín en boca de todos. Honestamente, no sabía con qué película empalmar el tema hasta que casualmente pasaron (por millonésima vez) la película de WILLY WONKA Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE en el cable y se me prendió el foco. Así que hoy veremos una perspectiva distinta sobre el derecho laboral y el factor trabajo en general.
WONKA, EL EMPRENDEDOR
En el post anterior hablamos sobre la función empresarial: el empresario es aquel sujeto que ha descubierto/descifrado/inventado/ingeniado/etc. un proceso productivo, es decir, una forma de obtener y utilizar una serie de recursos que generan valor para terceros que a cambio, están dispuestos a pagar con sus recursos por dicho producto/servicio. Y de aquí derivamos un primer insight:
(1) la labor (o sea, los sueldos y otros gastos de contratar a empleados) como un recurso dentro del proceso productivo será valorada en función de su aporte a dicho proceso.
Digamos que Willy Wonka cuando recién abrió su tienda esperaba ganar $10 mil mensuales; pero para insumos necesita $5 mil mensuales, con lo que los $5 mil restantes son para pagar mano de obra y el resto será su ganancia neta. Wonka, como cualquier otra persona, preferiría no pagar ni un centavo a sus empleados y estos, como cualquier otra persona, preferirían recibir $1 millón de sueldo mensual, pero como vimos, el tope de Wonka es $5 mil (determinado por el mercado de insumos) y el mínimo de los empleados -en un libre mercado- estaría determinado por la cantidad de oferta laboral disponible y el valor que cada empleado represente en el proceso productivo de Wonka, tal que, tal vez esté dispuesto a contratar a un ingeniero de máquinas chocolateras por $1 mil mensuales y a 3 vendedores por otros $1 mil (en total), y este ingeniero y esos 3 vendedores si están allí voluntariamente es siempre -si son libres de elegir- porque consideran que es el trabajo más rentable que pueden encontrar. RECUERDA: En el trabajo voluntario no hay explotación (sino, no sería voluntario).
EL MITO DE LOS BENEFICIOS SOCIALES
Nos han vendido durante años (de discursos populistas que nos prometen futuros mejores que obviamente nunca se cumplen) la errónea idea de los beneficios sociales: prestaciones extra que "el pueblo" ha logrado extraérles a los otrora abusivos empresarios. En realidad, como ya vimos, el empresario no está dispuesto a pagar más de lo que valora el aporte de ese trabajador en su proceso productivo (en la práctica esa valoración se suele hacer usando estadísticas y otros datos generales -como asociar juventud con inexperiencia- que obviamente, no necesariamente tienen un correlato con los hechos objetivos, porque el valor es subjetivo). Entonces, todos esos "beneficios extra" que paga el empleador son en realidad el sueldo que igual pagaría en líquido pero con otros nombres como CTS, ONP/AFP, seguro de salud, etc. Pero eso de por sí no se ve tan mal, muy probablemente uno igual gastaría ese dinero si lo recibiera en líquido en contratar esos servicios (pensión, salud, etc.) e incluso, cuando el empleador lo hace nos ahorramos los trámites. FALSO! De hecho, esta modalidad conlleva un problema enorme: si algunos de esos servicios son pésimos, no tendrás con quien quejarte.
En CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE, conocemos de entrada a los abuelos de Charlie, quienes nos pueden dar fe de lo bien que funcionan los beneficios sociales. Los abuelos trabajaban en Inglaterra, país con fuerte seguridad social y que difícilmente podríamos decir que tenía empleo informal sustancial, así que gozaron de todos los beneficios. Ahora, jubilados, tienen una pensión miserable y probablemente tengan que esperar largos días para hacer largas colas para hacerse atender en el seguro. Y están en el primer mundo, imagínatelos en el Perú. ¿Por qué se da esto?
Los beneficios sociales en su mayoría consisten en tomar tu dinero, dárselo a un sistema público donde un burócrata de una u otra manera elige cómo se va a invertir. Y esto es un elemento central. En un mercado liberado del factor trabajo, es decir, sin los "beneficios" sociales, tu eliges a qué empresas contratas por tanto, al elegir una empresa sobre otra estás emitiendo un voto. Sólo con eso ya tienes poder de decisión sobre tu futuro, pero más aún, si el servicio que te brindan es diferente al prometido o deficiente en alguna manera, tienes la puerta abierta para ir y contratar con la competencia. Esto pone presión en los proveedores de por lo menos dar un servicio aceptable. Pero en el modelo de los "beneficios", quien decide qué empresa te dará el servicio es un burócrata para quien sólo representas un número, una estadística y por tanto, es impensable que realmente tenga los medios suficientes para conocer tus necesidades y encontrar la empresa que pueda satisfacerte, y esto, asumiendo que fuese un funcionario honesto, pero conociendo nuestro país, lo más probable es que el proceso de licitación termine siendo ganado por una empresa que no tuvo que competir en el mercado por tu preferencia sino que sólo tuvo que competir en el sector político con favores, influencias o puros y llanos sobornos. Y en ésta vía, tú único poder de control es 1 voto cada 5 años al elegir a un Presidente y un equipo de gestores de estos servicios entre los cuales probablemente tampoco surja ni una sola alternativa preferible. Y en reforzar ese sistema, millones de jóvenes peruanos están saliendo a gritar a las calles (misma tragedia griega).
CHARLIE, MUY BIEN PAGADO EJECUTIVO LÍDER EN EDAD PULPÍN
Si bien hay otros aspectos laborales que se ilustran en la película (el papá de Charlie y la reinsertación laboral; los oompa-loompas y los efectos de la globalización sobre el trabajo; entre otros) cerramos el post con éste: Charlie, literalmente un pulpín, ya recibió a sus 11 años no su primera oferta de trabajo (porque ya era lustrabotas, a mucha honra) pero tal vez, la más trascendental en su vida. Claro, no todos vivimos vidas de películas y podemos esperar ser el niño que se encuentra el ticket dorado, que tiene las cualidades personales correctas y sobrevive a las tentaciones mundanas de la fábrica y finalmente recibe el puesto de Gerente General en one. Pero ciertamente, sí existen casos de personas en la vida real que -después de haber invertido tiempo y esfuerzo en crear su propio CAPITAL HUMANO- estando en el rango de edad de la #LeyPulpín no son sólo empleados top sino dueños de empresa. Pero la clave está en cuánto capital humano uno ha desarrollado en su corta edad, pues eso es lo que finalmente determina nuestra tasa de capitalización (aquello que el empleador valora -como Willy Wonka, dispuesto a pagarle con la fábrica entera a Charlie- y en base a lo cual determina cuánto está dispuesto a pagar en sueldos).
Y esto nos confronta con la cruda realidad: En nuestro país, intentamos resolver la falta de productividad con normas laborales, cuando deberíamos invertir en educación (o mejor dicho, liberar el mercado educativo porque ya vimos que el Estado como administrador de educación tampoco está dando muchas luces ejemplares que digamos).
Eso es todo por hoy, en el siguiente post buscaré alguna película para ilustrar el concepto de capital humano y profundizar en ello o en su defecto, abordaremos otra área de la economía. Como siempre, gracias por tomarte tu tiempo de leer hasta aquí abajo y comentarios, críticas, consignas antipulpín y otras consideraciones, recuerda que la sección de comments es libre y todo es bienvenido (hasta las pulpinadas). Nos vemos!