#ElPerúQueQueremos

Juan Gonzalo, joven en México.

Poemas de Juan Gonzalo Rose*

Hombre excepcional

¿Por qué he debido amar la rosa y la justicia el mar y la justicia, la justicia y la luz?

j.g.r.

Publicado: 2015-01-10

CARTA A MARIA TERESA 

Para ti debo ser, pequeña hermana,

el hombre malo que hace llorar a mamá.

Yo me interrogo ahora

¿por qué no he amado sólo

las rosas repentinas,

las mareas de junio,

las lunas sobre el mar?

¿Por qué he debido amar

la rosa y la justicia

el mar y la justicia,

la justicia y la luz?

Fui un niño como todos.

También mi infancia

la atravezaba un río

y tenía una hora misteriosa

en la cual las palomas

a mi alma obedecían.

Pero me preguntaba

¿por qué en mi calle

la alegría es un viento

fugaz e inesperado?,

¿Por qué no siembran trigo

también sobre mi pecho,

si aquí en mi corazón,

todas las noches

se desbordan los ríos?

Por eso fue la noche

el rostro de mi madre,

astro de cera y llanto

en el cielo apagado de mi celda;

por eso me negaron

el Perú en mi desvelo,

y vanamente grito:

devolvedme mi patria,

devolvedme mi escuela de palomas,

mi casa frente al mar,

devolvedme su calle más pequeña;

su lámpara más rota,

su más ciego lugar.

A pesar de todo esto,

para ti debo ser, pequeña hermana,

el fantasma que vuelca

la sal sobre la mesa,

el mal hado que rompe

las puntas de los días:

y es que a ti te hace daño

ver llorar a mamá.

Mas una tarde, hermana,

te han de herir en la calle

los juguetes ajenos;

la risa de los pobres

ceñirá tu cintura

y andando de puntillas

llegará tu perdón.

Cuando esa hora suene

es que amarás las rosas,

las mareas de junio,

el jardín de diciembre

donde los niños van;

es que amarás mis sueños

y mis cosas,

¡Sabrás por qué se rompe

fácilmente

por la mitad el pan!

Cuando esa hora suene

y se empadrine en mi padre mi orfandad,

iremos de la mano

por las calles de Lima,

en trinidad de gozo:

la risa de mamá.


LAS CARTAS SECUESTRADAS

Tengo en el alma una baranda en sombra.

A ella, diariamente me asomo, matutino,

a preguntar si no ha llegado carta;

y cuantas veces

la tristeza celebra con mi rostro

sus óperas de nada.

Una carta.

Que me escriba una carta la que me hizo

los ojos negros y la letra gótica,

que me escriba una carta aquella amiga

analfabeta de pasión cristiana;

duraznos de mi tierra: que me escriban,

y redacte una carta pequeñita

mi hermana abecedaria y pensativa.

Muertos los de mi infancia

que se fueron

dormidos entre el humo de las flores,

novias que se marcharon

bajo un farol diciendo eternidades,

amigos hasta el vino torturado:

¿No hay una carta para Juan Gonzalo?

Si no fuera poeta, expresidiario,

extranjero hasta el colmo de la gracia,

descubridor de calles en la noche,

coleccionista de apellidos pálidos:

quisiera ser cartero de los tristes

para que ellos bendigan mis zapatos.

Que los cojos me narren su muleta,

y el enfermo me cuente de su almohada,

y me pidan prestada mi sonrisa,

pero en carta de amor certificada.

El día que me muera: ¿en una piedra?

el día que me duerma: ¿en una cama?

que me llenen de cartas la camisa

para asfixiarme de palomas blancas.

También de palomar se muere un hombre,

cuando sabe vivir por una carta.


ESCRIBANO EN LA BALANZA

Y después de servirte

e informarte,

de transitar a mula tus ministerios grises,

los plácemes del sol, las gargantúas de las soledades;

después del recorrido

y de los testimonios

escritos en papeles y tijuanas

se cumplirá tu ley, Rey

Severísimo: muerto seré:

ni siquiera pichón de cacatúa,

coraza de ostras, cachivache ardiendo:

sensatamente un muerto.

Un hombre muerto.

¿Y la frase pensada subido

en un camello? ¿Y el poema

que dije conversando con Walter,

y mis leyes de Niza, y mi ópera

al sacarme la corbata?

¿Quién habrá de escucharlos, Rey

Artero,

cuando las horas huecas

alarguen a mis pencas sus hocicos?

Nadie.

Nadie.

Pero entre los aperos de tus largos veranos,

¡oh Rey del exterminio!, seguirás,

encontrando mis mensajes:

este es mi oficio.

Y esta fugacidad:

todo mi reino.


EL VASO

Roto ha de estar, supongo,

el vaso cojo de mi antigua casa.

¡Cómo ha podido contener, él solo,

el agua toda que bebí en mi infancia!

Alguna mano familiar y amiga

debió romperlo —una tarde acaso—

y toda el agua de mi infancia rota

cayó en mi alma, viuda de ese vaso.

No lo neguéis (mamá, no ha sido adrede)

desde aquí estoy viendo,

parado y solo en terraplén extraño,

el agua de mi infancia derramada.

Así como yo cuido mi corazón, cuidadme

los amados objetos de este reino

que edifiqué con risa ya llorada.

Ayer —no me lo dijo nadie, lo he sabido

como se advierte el dolor del llanto

en la cama de hotel que nos cobija—

alguien ha roto el vaso donde un niño

supo peinar la sed de lo jugado.

Por eso insisto:

guardad las cosas del que está lejano,

defendedlas de los vuelos terribles de la mano.

Estar ausente tantos años hace

sentirse un muerto al vivo más presente

y por eso perdono (yo al culpable)

tanto naufragio,

tanta rotura de alma impunemente.

Pero el vaso, no, el vaso nunca:

otros vasos habrá, pero ninguno

que conserve los versos de la fuente.


GASTRONOMIA

Para comerse un hombre en el Perú

hay que sacarle antes las espinas,

las visceras heridas,

los residuos de llanto y de tabaco.

Purificarlo a fuego lento,

cortarlo a pedacitos

y servirlo en la mesa con los ojos cerrados,

mientras se va pensando

que nuestro buen gobierno nos protege.

Luego:

afirmar que los poetas exageran.

Y como buen final:

tomarse un trago.


TOCATA Y FUGA

Te busco, muerte. Te busco

y no te encuentro.

Entre la nada te busco

y te busco

entre la gente.

Y no te encuentro.

Peru cuando tú

me busques...

todo será diferente.

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Poemas C/f: Orión (google)

* Juan Gonzalo Rose (Tacna, 10 de enero de 1928 - † Lima, 12 de abril de 1983), poeta, dramaturgo, compositor y periodista peruano. Considerado uno de los máximos exponentes de la Generación de 1950. En su obra  está presente tanto el tema social como el amoroso. Como compositor fue autor de las letras de populares valses criollos como «Felipe de los Pobres», «Pescador de Luz», «Si un rosal se muere» y «Tu Voz» que fueron interpretados por diversos cantantes entre ellos por Tania Libertad y Lucha Reyes. Como periodista colaboró en la revista Caretas, entre otros medios. Por su oposición a la dictadura de Manuel A. Odría en 1950 fue desterrado a México, donde colaboró en Humanismo y otras publicaciones literarias. Pudo retornar en noviembre de 1956 a la sombra de una amnistía facilitada por el cambio de régimen, y trabajó en el periodismo. De espíritu inquieto, viajó por diversos países de América y Europa entre 1963 y 1965, con el ánimo de observar las realidades humanas y culturales. Y al volver se consagró a la promoción publicitaria y a componer letras de canciones, que fueron premiadas en concursos nacionales y se convirtieron en temas populares. Vivió en México con varios exiliados como Gustavo Valcárcel, Violeta Carnero, Jacobo Hurwitz, Luis de la Puente Uceda, Juan Pablo Chang, Willy Carnero Hoke, Teodoro Azpilcueta, Genaro Carnero Checa, Maruja Roqué, y los niños: Gustavo, Rosina, Xavier, Marcel, Nuri, Germán, Genarito, Anita Hurwitz, Yohana Carnero, entre otros.


Escrito por

Rosina Valcárcel Carnero

Lima, 1947. Escritora. Estudió antropología en San Marcos. Libros diversos. Incluida en antologías, blogs, revista redacción popular, etc.


Publicado en

estrella cristal

la belleza será convulsiva o no será | a. breton