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Un inca que canta y resiste

Una breve reflexión sobre "Elegía Apu Inka Atawallpaman". 

Publicado: 2015-06-23

Los estudios sobre la literatura quechua ameritan no solo un conocimiento del runa simi sino también una comprensión de su historia e ideología, acaso por estos motivos las investigaciones sobre Katatay de José María Arguedas y Taki Parwa de Kilku Warak’a aún siguen siendo escasas. En este sentido el trabajo de Odi Gonzales titulado Elegía Apu Inka Atawallpaman. Primer documento de la resistencia inka (siglo XVI) representa una colaboración significativa a la literatura e historia quechua, ya que incide en un texto de importancia para la cultura indígena en Perú: la muerte del inka, que el autor considera significó la “aniquilación inminente y acabamiento del mundo andino” (44). 

Metodológicamente el estudio se divide en 5 partes que van haciendo un repaso de la emergencia de este texto, sus traducciones y asociación con otros discursos de la historiografía andina. Así, tras precisar el lugar de procedencia de la Elegía (Calca, Cusco, de donde también es Gonzales) comienza un balance detallado acerca del proceso de traducción (iniciado por José Mario Benigno Farfán en 1942), y su inclusión en diversas antologías de literatura quechua, (muchas de las cuales serán criticadas por errores de transcripción). Entre los traductores –con quienes el autor no dejará de dialogar– destacan el ya mencionado Farfán (quien hiciera una segunda traducción en 1947), José María Arguedas (en 1955), Teodoro Meneses (en 1957) y Mercedes López-Baralt (1987).

Estos datos no tienen, en absoluto, un matiz de erudición sino que le permitirán a Gonzales establecer un contrapunto sobre su propia función de traductor. Y este es uno de los ejes del presente libro: detallar y justificar los criterios de su traducción, método que no busca una crítica de sus predecesores -ante posibles fallas o ausencias- sino configurar un sistema de comparaciones que permita comprender las variaciones y riqueza del quechua. Es así que el autor, en aras de un didactismo del idioma, realiza una lectura guiada del poema: tras establecer una división en 7 segmentos hace un recorrido palabra por palabra, incidiendo en los versos y estrofas que fueron más difíciles de trasladar al castellano, resaltando su originalidad y complejidad a través de sus métricas y metáforas. 

En este punto la traducción de Gonzales evidencia un amplio conocimiento de la lengua indígena, especialmente de las variaciones y localismos propios de Calca, lugar de su recopilación. Al respecto, entre los varios casos dignos de destacarse tenemos, por ejemplo, cuando a partir del arcaísmo “seqra” decide por “granizada incontenible” en lugar de “granizada siniestra”, o cuando comprueba la procedencia hispánica de “yuraq awqa” (enemigo blanco).

Si con estos argumentos el libro resalta por su valor lingüístico, también tiene un valor histórico al brindarnos un acercamiento a los movimientos de resistencia andina que pudieron haber influido en la escritura de esta Elegía. En primer lugar se establece la conexión con el Taki Onqoy (que Gonzales prefiere traducir como “Coral de agonía” en vez de “enfermedad del canto”), en segundo lugar se plantean vínculos con la resistencia de Vilcabamba. Sobre este punto el autor explica que si bien la Elegía hace referencia a Atawallpa, en realidad configura una mezcla con Tupac Amaru (el último inca de Vilcabamba –y finalmente el último del Tawantinsuyu–), por lo cual propone el concepto “inka-símbolo” como amalgama de ambos eventos. Asimismo, considerando que la muerte de este inka-símbolo significó una tragedia que se extendió por siglos, el autor encuentra paralelos entre la Elegía y otros registros letrados como el Tratado de Titu Cusi Yupanqui y Nueva Coronica y Buen Gobierno de Guaman Poma

Otros de los ejes del libro es la pregunta por el posible autor del texto ya que hasta la fecha se le ha considerado de origen “anónimo”. Se propone a un mestizo aculturado, cuya lengua materna fuera el quechua y que, posteriormente, aprendiera el español. Se sostiene así: “la Elegía no es un producto verbal completamente prehispánico” (54). Este juicio parte de los atributos técnicos del poema: versos largos y una rima consonante (desconocida para la poesía quechua) y que demostraría un amplio conocimiento de la tradición poética española. 

Se plantean así dos posibilidades: un mestizo educado en el Colegio para nobles del Cusco (posiblemente familiar de Manco Inka), o que “el autor bien pudo ser el monje Blas Varela” (67). Si bien se presenta un interés por la investigación sobre la autoría individual, el trabajo de Gonzales hace un pesquisa de los diversos discursos que intervinieron en la escritura y reelaboración de la elegía: las modificaciones a lo largo del siglo de “mediadores culturales” (recopilares y traductores), los procesos de resistencia que le fueron contemporáneos, pero sobre todo la memoria colectiva, la tradición oral del mundo andino.

Estas conexiones propuestas por Gonzales se extienden hasta el siglo XX, así el último capítulo relaciona la Elegía con otro tipo de performances (el cine, la música, la plástica), lo cual permite sostener el dinamismo de los discursos indígenas: surgen de la memoria tradicional, pero van modificándose y produciendo nuevos lazos con otras praxis culturales. En este sentido el libro, a partir de sus hipótesis, vuelve a poner en el ruedo conceptos como “resistencia” y “aculturación” en el contexto de la región andina, dejando abiertas para discusiones venideras preguntas como: ¿la asimilación formal de la lírica española solo pudo realizarla un mestizo aculturado?, ¿la resistencia estuvo dirigida por una élite indígena o más bien por un grupo de mestizos letrados?, ¿cómo se condicen resistencia y aculturación en el periodo colonial andino?

Por esto mismo este libro es una importante contribución para repensar los estudios coloniales en al área andina, permitiéndonos comprender el sustrato histórico colonial de la Elegía, pero también sus apropiaciones culturales (verbigracia los traducciones), que han ido modificando la noción de una supuesta “pureza” incaica.


Escrito por

Christian Elguera

Escritor y corresponsal de literaturas indígenas en Latin American Literature Today


Publicado en

Redacción mulera

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