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Letras para Pinglo

Reseña del libro "Y vivirás mientras exista la vida", al cumplirse 116 años del nacimiento de Pinglo

Publicado: 2015-07-17

¿En que se parecen Heraldo Falconi, periodista del semanario Cascabel del año 36 con Chalena Vásquez, cantautora de nuestros días? ¿En que el poeta popular Juan Urcariegui con el escritor Sebastián Salazar Bondy? Pues en que todos ellos escribieron sobre Pinglo. Y no son los únicos. De hecho son muchos más: Aurelio Collantes, César Miro, Nicomedes Santa Cruz y su hermano César, Alfonsina Barrionuevo, Jorge “Cumpa” Donayre. La lista sigue, interminable. Y, sin embargo, ¡que difícil es para el estudioso de nuestra canción popular armar una bibliografía! La mayor parte de escritos está en periódicos. Algunos de ellos ya extintos hace mucho tiempo. 

Esa dificultad acaba de terminar. El esfuerzo de César Cuba y Elías Arana nos proporciona una visión bastante amplia de lo que se ha escrito sobre el vate inmortal y lo que es la recopilación más completa hasta hoy de sus canciones. 

Son varias las estrategias seguidas en esta entrega. Hay algunos artículos completos. Sobre todo los de 1936, año de la muerte de Pinglo. Entre ellas destaca la de Heraldo Falconi que no sólo hace una semblanza del poeta de los Barrios Altos sino que entra a estudiar el nacimiento del vals peruano, como derivación del alemán, “en las cantinas, en los bares, entre el olor a pisco y a cañazo” y por tanto despreciado, “desterrado de todas las casas que no fueran humildes”. Al propio Pinglo “se le miro como la oveja descarriada de la familia”. Es un dato que teníamos confirmado con respecto al tango pero que ahora se nos hace evidente para nuestras tierras. La canción popular urbana, la ciudad cantada, nace en disputa con la ciudad letrada. Cada una de ellas representando clases sociales distintas. 

Es a través de las páginas de Cascabel que un grupo de periodistas trae a Pinglo a los grandes titulares. La revista la dirigía Federico More y contaba con periodistas como Alberto Tauro, César Francisco Macera, Alberto Ferreyros, el ya citado Falconi y Francisco Castillo que es quien da el paso inicial de entrevistarlo en su cama de enfermo terminal en el Hospital Dos de Mayo. En una crónica del año 70, ya con el vals instalado en todo el imaginario limeño, Ferreyros cuenta que el nombre de Pinglo no les sonaba. A la hora de su muerte era un desconocido para los periodistas a pesar de que “no fue preciso que nadie descubriera a Pinglo para el pueblo”. Si para los letrados.

En otros casos los recopiladores ponen sólo una cita de cuatro o cinco líneas del artículo dedicado a Pinglo y la fuente. Se entiende. A estas alturas del partido si se pusiera todo lo que se escribió llenaría varios tomos. Ya es tarea de quienes continuamos investigando el vals tomar ese recorrido bibliográfico y revisarlo. Es de una gran valía que los recopiladores nos den las pistas que debemos seguir. En ellas hay muchos nombres de gente realmente conocedora. Además de los ya mencionados arriba podemos citar a Manuel Acosta Ojeda, Juan Luis Dammert, Jorge Basadre y muchos más.

Luego vienen los textos poéticos dedicados a Pinglo. Y que también comienzan con la muerte de Pinglo. El primer vals se lo dedica su amigo Pedro Espinel: “Murió el maestro”. En la lista de autores que le dedican canciones a Pinglo están Samuel Joya, Alberto Condemarín, Amparo Boluarte, Emilio Paredes, Pablo Casas Padilla, Juan Gonzalo Rose.

Los recopiladores no sólo consignan los valses y poemas. También nos dicen donde fueron publicados, quien los difundió, con que ocasión se hicieron. Así nos cuentan que en 1940 se realizó un concurso en homenaje a Felipe Pinglo Alva, organizado por Aurelio Collantes, donde gano el vals “Mi primera elegía” de Serafina Quinteras y Eduardo Márquez Talledo: “Augusto soberano de la melancolía/ Señor de la tristeza. Monarca del dolor”. A mi particularmente me llama la atención esta mirada unilateral, que se repite con Vallejo, de un Pinglo triste y melancólico. Encuentro por el contrario que en ambos poetas hay erotismo, humor y una serie de sentimientos además de los que destaca Quinteras.

Este mismo procedimiento se da cuando se pasa a recopilar las canciones de Pinglo. Por el descuido de los derechos de autor en aquellos tiempos se siguen descubriendo textos y el trabajo de recopilación de Cuba y Arana ha durado toda una década. Así que hay textos que no están en recopilaciones anteriores, como la de Carlos Alberto Leyva. Para mencionar algunos: “Adultera”, “Bella nena”, “Corazón que implora”, la polca dedicada al jugador aliancista Demetrio Neyra y otras. Era una necesidad poner como así se encontraron estos y quien los conservó o descubrió. Así la polca a Neyra fue rescatada gracias a Renzo Gil. Se trata de otro gran investigador y guitarrista que, siguiendo en la línea del libro que comentamos, presentara este 18 de julio el disco Cantando la historia con otras canciones más que ha sacado del olvido.

En esta recopilación de textos, conocidos y desconocidos, había que darle algún realce al más importante de la tradición pinglista y quizá de toda la canción criolla. “El plebeyo” y eso se hace incorporando una aproximación analítica elaborada por Chalena Vásquez. Lo más interesante de ella es como deja claro que la frase “¡Señor por qué los seres no son de igual valor!” no es una pregunta sino una exclamación, un reclamo que se le hace a Dios.

Para terminar la reseña quiero dedicar un par de líneas a las fotos. Hay muchos artículos recopilados que se reproducen fotográficamente. Pero no sólo eso, hay fotos de Pinglo en distintas actividades, del trío Mercedarias en que cantaba él, de los recopiladores con familiares de Pinglo. Me llama la atención la publicidad del estreno del arreglo musical para orquesta del “Plebeyo” realizado por Carlos Hayre en El Comercio del 8 de marzo de 1994. El canto popular se había impuesto a la academia.

En resumen, el libro de Cuba y Arana cubre un vacio en nuestra historiografía musical. Resulta imprescindible para quienes queremos lo nuestro.

Notas relacionadas en este blog:

Gálvez y Pinglo: La Lima que se va y la que viene

Lectura sugerida:

Valse Sueño de Opio del gran creador peruano Don Felipe Pinglo (Blog Nemovalse)




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