Se llamaba Eberth Vigoria Vivanco y tenía 35 años cuando unos sicarios lo asesinaron, a pocas horas de concretarse el acuerdo suscrito con la empresa para la construcción de un hospital en el distrito de San Luis, Cañete. Vigoria ejercía el cargo de Secretario General del Sindicato de Construcción Civil de la localidad y había recibido constantes amenazas de muerte por parte de la mafia. 

Con este asesinato, se incrementa a 15 el número de dirigentes que han perdido la vida en este conflicto con la delincuencia. Para las organizaciones criminales, los trabajadores formales de la construcción son un obstáculo para sus actividades ilícitas y gracias al apoyo de funcionarios corruptos del sector privado y público actúan con impunidad, aumentando así sus acciones delincuenciales, que las fortalece económicamente cada día.

Esto permite a las mafias ampliar su dominio territorial, someter en muchos casos a las autoridades y contratar sicarios para enfrentar a otras mafias y eliminar a todo obstáculo que afecte sus intereses. Pese a que la Federación de Construcción (FTCCP) ha exigido a los gobiernos de turno la anulación de los registros sindicales que utiliza la delincuencia, poco o nada se ha hecho. Cabe mencionar, que hace tres años, otro dirigente cañetano también fue asesinado por la delincuencia.

Vigoria denunció el accionar de un sindicato paralelo liderado por un prontuariado, quien pretendía desconocer el acuerdo entre los trabajadores formales y la empresa y tomar por la fuerza el control de la obra, algo que fue rechazado públicamente por el asesinado, quien además denunció la pretensión de los delincuentes de cobrar cupos para dejarlos trabajar.

Presumiblemente esta organización criminal (que funge como sindicato) habría contratado a dos sicarios conocidos en la jurisdicción para que asesinaran a Vigoria. Ambos fueron vistos por algunos testigos muy cerca del lugar del crimen. Es necesario precisar que esta modalidad criminal se ha ejercido también en los otros 14 asesinatos de dirigentes, como es el amenazar, seguir, coaccionar y asesinar.

Un hecho que es necesario denunciar es que la ola de crímenes que se viene dando en construcción, demuestra que las organizaciones criminales continúan avanzando desde las localidades del norte y del sur y amenazan con concentrarse poco a poco en la capital, lo que se corroboraría con las amenazas de muerte que reciben los dirigentes de la FTCCP, institución que se ha convertido en la organización emblemática que desde la sociedad civil resiste y enfrenta a la delincuencia.

Esperemos que las autoridades actúen preventivamente, eviten nuevos asesinatos y capturen a los asesinos de Vigoria y de los otros 14 dirigentes.