CHILE ES LYNCH, TRATÉMOSLO IGUAL.
Han pasado 18 meses del Fallo de la Corte de la Haya sobre la delimitación marítima entre Perú y Chile, suponíamos se iniciaba un convivir, civilizado y racional de mutuo respeto y transparencia entre ambas naciones, pero la realidad es opuesta. Las maniobras militares chilenas “Huracán 2015” preparados en “gran reserva” muy cerca de nuestras fronteras, las desproporcionadas declaraciones del canciller Mapocho forzando un problema territorial, jaloneándonos a un escenario irreal creado seguramente para aplacar problemas internos o resquemores ante nuestra recuperación diplomática de territorios marítimos; nos devuelven bruscamente a recordar su irracionalidad como nación, su adicción al saqueo asesino, del “repase” inhumano, estigma de la invasión chilena del Perú de 1879-1884 que violo la Convención de Ginebra de 1864 y la Declaración de Bruselas de 1874.
Las declaraciones del canciller y demás políticos chilenos que amenazan y ofenden a la nación peruana, nos hace preguntarnos si será posible una convivencia sin sobresaltos con este vecino que aun demuestra oscuridad en su proceder; si alguna vez esta nación reflexionará por su espíritu usurpador de antaño, se arrepentirá de sus actos con la misma grandeza que tuvo el emperador del Japón pidiendo disculpas públicas por las atrocidades cometidas por sus militares contra el pueblo chino y coreano en el siglo pasado. La verdad dudo Chile llegue a ese nivel de civilidad internacional, con Chile al costado no podremos dormir tranquilos.
Si repaso el proceder chileno en los últimos cincuenta años; tanto como país garante y neutral en el conflicto que tuvimos con el Ecuador en 1995; los innumerables casos de espionaje comprobado desde los años setenta hasta el presente; su apoderamiento comercial de productos oriundos peruanos; si además se evidencia que su peligroso arsenal militar es sistemáticamente renovado con la más alta tecnología y sofisticación; que ha priorizado comprar armas de “ataque” y no “disuasión”, como el Perú santurronamente repite demostrando buena voluntad. Toda esta evidencia histórica demuestra que Chile no fue ni es país amigo, es un peligroso vecino que merece ser tratado con la misma punta del zapato que usa.
Chile no tiene el espíritu de Arturo Prat, sino de saqueadores como Lynch que en 1880 se encargaron de desangrar familias indefensas, aniquilar poblaciones agrícolas y la propiedad privada de desprotegidos peruanos de nuestro litoral desde Lima hasta Paita, su insania destructora fue sistemática y bárbara, destruyeron iglesias, bibliotecas, muelles, lo quemaron todo, acuchillaron a los heridos, se llevaron hasta esculturas públicas, leones de un zoológico; demostrando rapacidad y lujuria animal en sus actos. Ocuparon el país por dos años después de saquear Lima en 1881, desatando las más repugnantes escenas de asesinato y rapiña, sus jefes impusieron cupos y extorsionaron cual comunes delincuentes a los pocos propietarios sobrevivientes, se apoderaron de Arica, mancillando a nuestra mujeres, intentando chilenizar la heroica Tacna del joven Basadre.
Esta invasión de pillaje, criminalidad y saqueo, solo perpetuaron infamia para sus autores, la crueldad los llego hasta destrozar los colegios, la Escuela de Arte y la Biblioteca Nacional; fueron por ello condenados por su historiador Vicuña Mackenna: “íbamos a resucitar los días de los corsarios en nuestro propio suelo, cuando el mundo entero de común acuerdo acababa de abolirlos. La expedición de Lynch ha hecho inmensos he irreparables males”; “se lanzaron como lobos enfurecidos, sobre arremolinado rebaño y comenzaron a matar y saquear sin que valiera llanto, ni piedad ni perdón, se formaron pantanos de sangre”. Esta descripción del espíritu chileno de entonces, que desciende por la senda del egoísmo y la inmoralidad parece aflora maquillado en el Chile de hoy; más cercano al espíritu saqueador e hipócrita de Lynch, Baquedano, Letelier y Stuven; su doble discurso de ayer y hoy nos debe llevar con prontitud a ejecutar acciones que impidan seamos sorprendidos y agredidos nuevamente por un mal vecino.
El Perú debe restructurar y profesionalizar rigurosamente su fuerza armada inmediatamente, las armas de alta tecnología chilena: 46 aviones F16, los 400 Leopart, los aviones sin pilotos “drones”, los cuatro mil misiles Spike, Los dos submarinos SCORPENE capaces de destruir la base de la Joya sin que nadie se entere, su capacidad de desembarque y de ataque a largo alcance y precisión, aun nos hacen obsoletos militarmente. No podemos poner la otra mejilla, debemos armarnos para toda acción. Recordemos que después del Tratado de Paz de 1884, tuvimos que sufrir desmembramientos, dominación y hostilidades por muchos años, no tuvimos desagravios. En San Juan y Miraflores lucharon y murieron comerciantes, periodistas, profesores y estudiantes en los reductos de defensa, no éramos muchos los profesionales militares, no tuvimos iguales armas para defendernos del mismo Chile, que como hoy no es confiable.
FRANCISCO CHAPPA VICUÑA.