Hace un tiempo atrás, no tanto, no hacían falta muchas cosas para ser feliz, bastaba con tener un techo, el alimento suficiente y el medio justo para conseguir suplir las necesidades básicas. Hoy en día, las cosas cambiaron y cambiaron bastante, pues ya no basta con cubrir nuestras necesidades básicas para estar bien con uno mismo. Siempre hay que tener más, consumir lo último, lo mejor, lo que está de moda y si no podemos hacerlo no nos sentimos bien con nosotros mismos y somos infelices. 

No nos damos cuenta que todo lo material que ansiamos, tampoco, al tenerlo, nos brinda felicidad, solamente nos llena momentáneamente, se trata de una felicidad efímera e ilusoria, que termina justo en el momento en que logramos lo que queríamos y en ese instante volvemos a sentir el vacío de antes, nos enfocamos, entonces, en un nuevo producto que deseamos comprar para lograr estar bien y felices. Vemos, de esta manera, que se trata de un círculo vicioso, el cual se convierte en un estilo de vida que erróneamente confundimos con felicidad, pues la felicidad no depende de ningún objeto material, ni siquiera de otra persona. La verdadera felicidad comienza y termina en uno mismo.

CONSUMISMO + MATERIALISMO = CARENCIA

Según el diccionario de la Real Academia, “el consumismo es la tendencia inmoderada de adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios”. EL materialismo, por lo tanto, es causa y al mismo tiempo efecto directo del consumismo, el comprar objetos produce placer y éste a su vez adicción, lo que ocasiona un sentimiento de amor hacia lo material. Esa necesidad que tienen algunos de cambiar constantemente sus teléfonos celulares, por miedo a perder estatus social, a ser menos que sus conocidos, es lo que obliga a miles de personas a hacer milagros con su sueldo para poder comprar, por ejemplo, un iPhone. Ese enceguecimiento, esa compulsión, que nos lleva a comprar algo antes de preguntarnos si realmente lo necesitamos, es síntoma de que estamos carentes internamente. Muchos atribuyen esa necesidad de consumir a la falta de identidad, de autoestima y propósito de realización personal del ser humano contemporáneo.

Consumir, comprar y tener tal o cual cosa, no sólo habla de nuestros gustos, sino deja en claro que tenemos el dinero suficiente como para dárnoslos y el dinero es poder, es estatus. Como el dinero sin bienes que lo demuestren es algo intangible, la prueba del estatus es tener cosas materiales que hablen de cuánto dinero poseemos. Lo peor del caso es que día a día se demuestra que la felicidad no se puede comprar. Las sociedades presas del materialismo, son las que, estadísticamente, registran mayores casos de depresión, adicciones, crímenes, ansiedad, obesidad, suicidios e infelicidad.

¿POR QUÉ SOMOS CONSUMISTAS?

Una de las causas principales del consumismo es la baja autoestima. Otra causa del consumismo está totalmente relacionada con nuestros cerebros primitivos, el mismo mecanismo que nos permitió sobrevivir a las glaciaciones nos induce a comprar y a obtener bienes materiales, con el fin de sobrevivir en una sociedad donde te miden por lo que tienes y no por lo que eres. Sin embargo, la causa más importante por la cual consumimos compulsivamente es porque no nos sentimos felices, no logramos entender que debemos ser felices con lo que tenemos y no con lo que deseamos.

LOS EXPERTOS OPINAN…

Según un estudio psicológico de la Universidad de Chicago que estudió el materialismo tanto en niños como en adolescentes y que fue publicado en diciembre de 2007, hay evidencias que señalan una relación entre la baja autoestima y el materialismo. Lo más importante e interesante es que este estudio, también arrojó evidencias de que el consumismo y el materialismo son causantes de baja autoestima. Una paradoja perfecta. El mismo estudio, asegura que a medida que la autoestima y el valor en sí mismo se incrementan, por el cultivo personal, por la realización personal, y no por la acción de consumir y comprar, el materialismo y por ende el consumismo decrecen.

Por otro lado, estudios de la Universidad de Emory sobre la adicción a las compras descubrieron que, ante la anticipación y el deseo de comprar un producto, nuestro cerebro nos premia con un estallido de dopamina. Sólo la anticipación y el deseo de comprar lanza esta recompensa, no la compra en sí. Sin embargo, al experimentar placer, la mayoría de los individuos terminan comprando el producto en cuestión. El resultado es que la sensación de satisfacción se esfuma en cuestión de minutos luego de haber realizado la compra y sentimos la necesidad de comprar algo nuevamente.

Una investigación de la Universidad de Bonn titulada “The Joneses Paradox” publicada en noviembre de 2007, determinó, después de escanear el cerebro, que los seres humanos no es que desean tener más para sí mismos, sino que desean tener más que los demás, llegando este comportamiento según los expertos a reescribir la teoría económica. La competencia, totalmente necesaria para la evolución y sobrevivencia de la especie, hoy en día nos está jugando una mala pasada.

SOCIEDAD QUE ABANDONA LA ESPIRITUALIDAD

¿Hemos cambiado tanto como sociedad para que un hecho como este pudiera ocurrir? Pues sí, como sociedad cambiamos muchísimo. Los avances tecnológicos y las novedosas propuestas materiales lograron que el valor que le otorgábamos a las necesidades básicas bajaran. Las naciones ricas se enriquecieron aún más y nació una nueva necesidad en el ser humano de “consumir sin razón”, lo que trajo como consecuencia irremediable el abandono a nuestra espiritualidad.

La razón es simple: El trabajo, el dinero, lo material, la necesidad de querer cada día más, nos han absorbido en una rutina que no da cabida al encuentro con nosotros mismos. Dejamos a un lado nuestro crecimiento espiritual, dándole sólo importancia a lo económico, mintiéndonos a nosotros mismos y pensando que, a través de las cosas que compramos podremos lograr alcanzar la plenitud que buscamos.

¡TOMA CONCIENCIA COMO CONSUMIDOR! 

El materialismo es causa directa del daño al medio ambiente, nuestras ansias de tener y tener cosas han hecho que el mundo industrializado crezca sin medidas y sin ningún tipo de responsabilidad. Debemos dedicar tiempo a nuestra conciencia ecológica para entender que las cosas materiales pueden reciclarse, podemos compartirlas, reusarlas, donarlas y así reducir un poco el daño que le causamos al medio ambiente, pero lo más importante debemos tomar conciencia como consumidores: Cuando vayamos a comprar algo, se debe reflexionar sobre la verdadera utilidad del producto y el destino final que se le dará al empaque, a la bolsa y al artículo en sí.

NO TODO ES MALO…

Consumir está bien. Pero, consumir desmedidamente, no. El consumismo y el materialismo son parte de la vida moderna y a estas alturas resultaría casi imposible poder vivir sin consumir; sin embargo, debemos aprender a hacerlo equilibradamente, armoniosamente, el problema no radica en comprar, el error se comete al comprar algo que no necesitamos, debemos tomar conciencia de nuestras verdaderas necesidades y con criterio y sobre todo conciencia decidir qué bien material debo obtener. Comprar por comprar no tiene sentido, sólo es una demostración de carencia, inseguridades y egos.

Surge entonces la interrogante: ¿El consumismo es malo? Sí lo es pero consumir está bien. Hay una diferencia abismal entre ambos términos, a través del consumo sostenemos la economía del mundo globalizado y nos damos algún que otro lujo necesario, pero el consumismo, ese que te obliga a cambiar de celular cada vez que sale un nuevo modelo, es depredador para el ambiente y va en detrimento de nosotros mismos. El consumo es saludable en la vida cuando su acción es adecuada a lo que somos o necesitamos ser en conexión armoniosa con los demás y el medio ambiente. Recuerda, no es malo estar a la moda, lo malo es seguir como un borrego las modas, ten en cuenta que lo material no te hace mejor individuo.

MATERIALISMO EN LOS NIÑOS

Cuatro consejos para evitar que tu hijo sea un niño materialista:

• Primero: Limitar el uso de la televisión, conviene no prohibirla, sin embargo hay que hacer una selección de contenidos educativos que aporten conocimientos y que promuevan el aprendizaje entretenido.

• Segundo: Enseñar a los niños a ser consumidores inteligentes, se debe analizar en familia lo que se consume, su verdadero significado, de esta manera se enseña al niño a tener criterio al momento de comprar algo.

• Tercero: Hacer algún tipo de actividad física o deporte, el deporte es fundamental para la salud física y mental. El niño con el deporte se entretiene, divierte y aumenta su autoestima, lo que le permitirá sentirse bien consigo mismo.

• Cuarto: Compartir tiempo de calidad en familia, participa con tus hijos en diferentes actividades o se parte de sus pasatiempos favoritos. Los niños disfrutan pasando tiempo de calidad con sus padres, a la vez que esto les permite desarrollar confianza y seguridad en sí mismos.