“Como diría Frida Kahlo –una de mis frikis favoritas-, yo sufrí dos accidentes graves en mi vida: a los 16 años nació mi primer hijo; al siguiente, el segundo. Y con ellos la pérdida brutal de mi inocencia. Apartada literalmente del mundo con dos niños a cuestas, me sentía una jodida friki. La confusión, el conflicto y el auto saboteo instaló en mí el tedio, el vacío y una visión ácida de las cosas. Dejé que el tiempo hiciera su trabajo conmigo.”


A Alexandra C. Thomas –alias Cajón de sastre– no le llamó la atención el curso de arte en el colegio pero sí los cursos de manualidades en casa, gracias a su mamá que llevaba constantes talleres y quién la sometió sin querer al arte creativo. Lo que sí inspiró el colegio, en realidad las amigas durante ese período, fueron diversas viñetas y caricaturas que reflejaban, a modo de diario, lo que vivían juntas y si bien le gustaba dibujar y crear, nunca se le ocurrió estudiar artes plásticas. “Que yo recuerde, lo único que siempre quería hacer de niña era dibujar, pintar, hacer cosas con las manos. Estaba negada para la lectura de cualquier cosa que no sean libros de textos ilustrados como los cuentos infantiles o los cómics”, comenta Alexandra que dejó los estudios de arquitectura en cuarto ciclo y se incorporó de inmediato al mundo laboral. “Fui recepcionista, asistente y dibujaba en el reverso de los papeles reciclados de oficina. Encontraba en el dibujo las puertas de escape -como el oscuro y rutinario personaje de la serie de cómics Las puertitas del Sr. López”.

Alexandra descubrió la necesidad de expresar sus emociones mientras algo en su vida volvía a su lugar: la música. “Había dejado de escucharla y por ese tiempo frecuenté a Morrissey, Puccini, Frankie Ruiz, Amy Winehouse”. En el transcurso descubrió la pintura, aprendió con la práctica y la influencia del surrealismo pop –sobre todo de Mark Ryden y Gary Baseman–. Con el tiempo decidió pintar esos dibujos en casa, porque diagnosticada con un severo déficit de atención, necesitaba contar su vida visualmente. “Aún hoy, de adulta, suelo extraviarme con facilidad en los párrafos muy extensos. De modo que la pintura fue para mí el perfecto instrumento”, asegura Alexandra que antes pintaba acrílicos de carácter figurativo, con personajes que pretendían ser su alter ego hasta que hace un par de años decidió dejar los lienzos.

“No me sentía cómoda con la pintura, con lo bidimensional del lienzo. En cambio, los muñecos me permiten echar mano de cuanto material se me ocurra para potenciar mi discurso. Su concepción y ejecución obedecen al carácter lúdico de mi trabajo, lo cual solo es posible si tengo contacto con la posibilidad de usar una infinidad de elementos. Dicho de otro modo: necesito que sea un juego. Si no, no me interesa.”

Cuando Alexandra se dio cuenta que en paralelo a su vida de oficina y la rutina de lienzos por encargo, experimentaba haciendo muñecos con cerámica al frío –porque se aburría de solo pintar, decidió hacer un corte y abandonó los pinceles por los muñecos. “Había retomado una relación, después de un doloroso año y quise darle un obsequio hecho por mí. Solía regalarle algunas de mis pinturas pero esa vez quería que el regalo fuera algo distinto. Entonces hice el primero -el del corazón sangrante y las venas expuestas. Así nacieron los Frikis.”, explica, esos muñecos trastocados desde su concepción para leer al mundo.

Lo llaman “Art Dolls” y comprende diversos subgéneros con estilos disímiles, como el de Miura Etsuko, artista japonesa que explora en sus muñecas oscuras, la sexualidad y fragilidad de la mujer. O las hermanas rusas Catherine y Elena Popova que trasladan el sofisticado mundo de la alta moda a sus muñecas de perfección estética. “Una de las artistas que me encanta es la escocesa Anouk de Groot, que confecciona verdaderas piezas de arte en tela. Otra que me gusta mucho es Ana Ventura, portuguesa, que sorprende con sus muñecas de papel plegado”, cuenta Alexandra que también resalta el trabajo de la artista peruana Sandra Murillo.

“A veces, al momento de manufacturarlos, busco dotarlos de una cierta narrativa; lo cual es complicado tratándose de objetos. No siempre quiero decir cosas a través de ellos; a menudo me dejo llevar por los elementos materiales que tengo a la mano y simplemente quiero crear. Eso es lo que me apasiona de esto, que no se da ínfulas de conceptualismo académico y sean cual sean las estrategias discursivas, me parece relevante que los objetos digan algo distinto a su propia constitución y diseño material. Mis Frikis son el resultado de observar lo que ocurre afuera.”

Los Frikis de Alexandra, en su constitución material combinan no solo textiles, el relleno de fibra polyester y las costuras de hilo, sino también la cerámica y diversos elementos de metal o plástico. Tiene un taller con máquinas de coser y un almacén donde guarda piezas y ornamentos que consigue o fabrica. Depende del muñeco puede tardarse una semana en tenerlo listo. “Investigo, leo, después diseño y busco los materiales. Hago un boceto muy simple porque lo construyo según lo que se me ocurra. Vivo obsesionada con lo que hago, soy tan friki como ellos", concluye. Una presencia permanente en los Frikis de Alexandra son las vírgenes religiosas.

“Crecí en esta gran urbe caótica que es Lima; en donde las iglesias todavía no ceden en número a los supermercados y shopping centers. La influencia de mi colegio religioso como el de mis papás y abuelos que tenían estampas y virgencitas por todos lados. Por ejemplo mis Frikis de la serie “Las Vírgenes Dolorosas” están muy influenciados por las pinturas de la llamada escuela cuzqueña; cuyo barroquismo es mestizo, por sus colores saturados y ornamentos excesivos.”

Alexandra está juntando sus piezas para realizar luego una exposición, ojalá antes de su viaje a Colombia, donde ha sido invitada a participar en la exposición colectiva “Imagen/Palabra”, sección Art Toy en Medellín. Además está embarcada en otro proyecto: la edición de una publicación que dará a conocer el movimiento Art Dolls. “La idea es que esta publicación visibilice y explique por qué este género de muñecos pueden ser piezas de arte en un sentido distinto al canon establecido. Tendrá textos de fondo, reseñas, notas, entrevistas a artistas de Perú y del extranjero, coleccionistas, portafolios, entre otros contenidos. Será una publicación moderna en donde la fotografía, la tipografía y el diseño concurran a hacer de ella una pieza de colección. Eso queremos.”, comenta Alexandra. “¡Y lo mejor de todo es que será de distribución gratuita!”, agrega entusiasta.


* ¿Qué tan frikis somos?