El caso de Amanat, la mujer de 23 años que fue brutalmente violada y asesinada por seis hombres en un autobús en Delhi despertó la furia de India. Por ello, Montserrat Ortiz y María Zulaika, de la Fundación Vicente Ferrer, que lleva treinta años trabajando por los derechos de las mujeres, escribieron sobre la situación de este país.

En él dan cuenta de la pobreza y violencia estructural que exite detrás de la floreciente economía y destaca que un tercio de sus 1, 200 millones de habitantes son pobres. "En India es más probable que un bebé no llegue a nacer si es una niña" -indican- "muchas mujeres abortarán porque una hija será la causa del empobrecimiento de la familia".

La marginación de la mujer es latente en la sociedad. Al crecer, la niña recibirá menos alimentos y cuidados que el resto de la familia. Ella, al igual que su madre, deberán comer lo sobrante después que su padre y hermanos, debido a que se priorizan el bienestar y comodidad del varón. Para una familia, tener una hija es una decepción, la segunda una 'desgracia' familiar y si existe una tercera, la madre es considerada como una 'fracasada'.

Un informe elaborado por TrustLaw en el 2011 sobre los países más peligrosos para las mujeres, expone a la India como el cuarto lugar en el ránking. En él, también dan cuenta que el 45% de las niñas están obligadas a casarse antes de la mayoría de edad, un hecho que las expone a tener relaciones sexuales no consentidas. Esto, según las activistas, "equivalen a un abuso sexual de menores y suponen una violación a la Convención sobre Derechos del Niño de Naciones Unidas".

Casos como el de Amanat, no son aislados. El 90% de las violaciones no se denuncian por el miedo al estigma social, rechazo familiar y la impunidad. Solo tres de cada 100 hombres son juzgados y condenados. De hecho, el Gobierno ha empezado a tomar medidas urgentes como la creación de tribunales.

Ataques tan brutales como el de ella requieren de prontas acciones legales y políticas para acabar con la marginación, discriminación y exclusión de la mujer en el mundo. Pero más aún, deben ir acompañados de un cambio social. "Una vez que las mujeres sean vistas como seres humanos, con sus propios deseos y una voluntad autónoma propia, será fácil pensar que dejarán de ser percibidas como meros objetos que deben ser controlados", finalizan.

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